septiembre 27, 2012

Película del día...

The Cabin In The Woods - Drew Goddard , 2012

Hogar dulce hogar, aquel revestimiento más o menos amplio que, como siempre, es el lugar ideal donde criar una familia, donde regresar de noche para ir a dormir, y donde sobre todo, en el bien y en el mal, nos encontramos al seguro. Aquel revestimiento que, desde los tiempos de "La Chute de la Maison Usher" de Jean Epstein, basada en la obra homónima de Edgar Allan Poe en 1928, no ha podido prescindir, durante más de un siglo de celuloide, de convertirse en la escenografía adapta, por no decir perfecta, para ambientar historias de terror. Aunque sí, más allá de la infinidad de productos oscuros pertenecientes al sotobosque del universo underground, ha sido recientemente el malasio James Wan a repasar el tema de las casas embrujadas con "Insidious"en 2010, no puedo absolutamente olvidar verdaderos fenómenos cinematografícos con respecto a las viviendas malditas como la saga de "Amityville Horror", con ocho largometrajes y un remake realizados entre 1979 y 2005, o la trilogía "Poltergeist", concebida a partir de 1982 hasta 1988. Por no hablar de los viejos clásicos de la talla de "The Uninvited" de Lewis Allen y "The Haunting" de Robert Wise, respectivamente 1944 y 1963, además de la injustamente poco conocida "The Haunted", aterrador largometraje televisivo rodado en 1991 por Robert Mandel.

Sin embargo, es con toda probabilidad la sangrienta "Evil Dead" de Sam Raimi a regresar de inmediato a la mente en el momento en el que se habla de temas sobre viviendas de algúna manera vinculadas a las fuerzas del mal. El cartel, excelente y elocuente, lanza la primera advertencia, "Crees de conocer la historia" y aquella casa en el bosque representada como un sistema de chinese boxes, pero la sospecha de asistir a una manera diferente de ver las mismas cosas te asalta inmediatamente, preparada a convertirse en sonrisa de satisfacción cuando comienzas a darte cuenta de lo que es. La casa en el bosque está presente, como el sexo, las drogas, una buena muestra de monstruos y el habitual grupo de chicos para ser enviados al matadero, que possen el rostro y los clichés de género de Anna Hutchison (Jules The Whore/ La Puta), Chris Hemsworth (Curt The Athlete/ El Deportista), Jesse Williams (Holden The Scholar/ El Erudito), Fran Kranz (Marty The Fool/ El Tonto) y Kristen Connolly (Dana The Virgin/ La Virgen). El resto, sin embargo, es otra historia.

En un despiado, pero tremendamente divertido baño de sangre, "The Cabin In The Woods" es un acto puro de amor hacia el cine de terror y un regalo genuino a los aficionados más experimentados y conocedores del género: la increíble habilidad como director de Drew Goddard, aquí en su debut detrás de la cámara, guia a los espectadores a través de los pasillos del chalet con travellings que cargan de tensión al espectador, la escritura de los diálogos es agradable y fluida aún cuando es entrelazada en los diferentes niveles posibles de lectura en donde nada es dejado al azar. Película rica y compleja incluso sobre un plano estructural-arquitectónico y en la composición de un mosaico de situaciones, lugares y figuras, que culminan en el torbellino morboso de un verdadero matadero. Y aquí - dejádmelo decir- llega el verdadero deleite. No hay necesidad de mencionar a todas, pero imaginad de encerrar los horrores de la ya mencionada "The Evil Dead ", "Hellraiser", "It", "Friday the 13th", "The Strangers", "Two Sisters", "The Ring","Shinning" y muchos - verdaderamente tantos- otros, mezclando fantasías innombrables en un terremoto que hace sangrar el suelo y salpicar el body count a las estrellas. Éxtasis.

El guión lúcido, irónico e irreverente proviene de la pareja Joss Whedon / Drew Goddard, el primero creador de "Buffy", director de "The Avengers" y productor de "The Cabin In The Woods" El segundo guionista de aquella pequeña joya intitulada "Cloverfield" y de productos televisivos: "Lost" "Buffy", "Angel", "Alias". Un pareja tan consciente de los mecanismos de género, y del ceremonial siempre igual a sí mismo del cine slasher, de construir una casa en el bosque gobernada por reglas a las cuales no se pueden escapar, para deconstruir los arquetipos que gobiernan el horror cinematográfico. Con la ayuda de efectos especiales, de una doble línea narrativa de línea ultra-citacionista y meta-cinematográfica, la presencia invasiva de un nuevo elemento perturbador y el mix de sangre, acción, miedo y risas, emerge lo que queda oculto bajo la superficie y detrás de las paredes, junto con una reflexión divertida e inteligente sobre el género, y sobre las razones que llevan al espectador a nutrirse con avidez de locuras sanguinarias y humor negro, requiriendo el sacrificio oportuno de tantas víctimas jóvenes y rituales consolidados.

Manteniendome en silencio sobre el verdadero papel de cada personaje, en especial de los burócratas con la cara de Richard Jenkins y Bradley Whitford y del cameo de Sigourney Weaver en el papel de "The Director", resisto también a la tentación de contar algo de la trama, ya que echaría a perder la sorpresa a muchos, porque revelar aquello que salvaguarda realmente "The Cabin In The Woods" sería un sacrificio demasiado cruel .. oops! . No voy a decir más, excepto que esta película merece ser vista, demolida, criticada y absolutamente revisionada, porque distorsionando las reglas del juego con sus propios estereotipos y nuestras obsesiones, hace reir y reflexionar. Un compendio magistral y apasionado al terror de las casas encantadas que espero que marque el paso para el renacimiento de una renovada, vital y oscura temporada del cine de terror.

Valoración : 8.5 / 10


En dos palabras : "Pondrá fin a todas las película de terror sobre casas embrujadas" ha dicho orgulloso Joss Whedon presentando su último trabajo junto con el director debutante Drew Goddard. La experiencia nos ha acostumbrado a pensar - y casi siempre a confirmar - que cuando una película de terror es acompañada por una declaración de este tipo, el engaño está a la vuelta de la esquina. Pero en este caso no puedo estar más de acuerdo con dicha declaración . Sin dar demasiadas explicaciones, "The Cabin In The Woods" es una verdadera obra maestra del género, completamente fuera de cualquier esquema que debe ser vista obligatoriamente para poder comprender la belleza.

septiembre 25, 2012

Disco del día...

My Head Is An Animal - Of Monster And Men , 2012


Género : Folk-pop

Tracklist

01. Dirty Paws
02. King And Lionheart
03. Mountain Sound
04. Slow And Steady
05. From Finner
06. Little Talks
07. Six Weeks
08. Love Love Love
09. Your Bones
10. Sloom
11. Lakehouse
12. Yellow Light


¿Cuál es la situación de la música rock / pop en 2012? Si tuviéra que detenerme, solamente, en el mercado italiano debería tomar como ejemplo las tardías consecuencias de masa de los últimos Kasabian y The Black Keys - ambos sobre las 15.000 copias - el inexplicable auge de los Young The Giants y el apego morboso igualmente injustificable hacia bandas ahora literalmente adoptadas por este país (véase lo último de The Cranberries y, podría apostar ahora mismo, por lo nuevo Skunk Anansie). En este contexto, en America es muy importante el papel que cubre la clasificación Alternative Songs - ex Modern Rock Chart, dominada durante la última década por Red Hot Chili Peppers, Green Day, Foo Fighters y Linkin Park - basada sobre el airplay radiofónico de las emisoras ​alt / modern rock. Una de las principales número uno de los pasados meses ha sido "Little Talks" de los islandeses Of Monsters and Men.

Fue el año pasado cuando los ganadores del Músíktilraunir - un music contest islandes - publicaron en su país natal su álbum debut "My Head is an Animal" cosechando gran éxito, hasta el punto de convencer a la Universal de ofrecerle un contrato y tenerlos bajo su ala protectora para el lanzamiento del álbum en Estados Unidos, que tuvo lugar a finales de abril de 2012. Será porque los Mumford & Sons han abierto un verdadero camino - a nivel mainstream - para el folk-pop, pero para los Of Monsters and Men ha sido como una especie de paseo, registrando la posición más alta (la sexta) jamás alcanzada por artistas islandeses, mejorando lo hecho por Björk y Sigur Rós. Musicalmente los Of Monsters and Men y su "My Head is an Animal" no poseen grandes pretensiones artísticas: es indie-pop-folk a la enésima potencia. "Dirty Paws", otro tema símbolo, es un logrado collage formado que recuerda los Arcade Fire y sobre todo "Home" de los Edward Sharpe & The Magnetic Zeros, con aquellos típicos "Hey" como cowboys, presentes entre otras cosas en la hit "Little Talks" donde - permaneciendo en tema "Home" - tenemos también las respuestas a dos voces.

El esférico Ragnar þórhallsson y la dulce Nanna Bryndís Hilmarsdóttir se alternan la voz de manera astuta y funcional: En "King and Lionhear" es ella a conducir, así como en la delicada "Slow and Steady". Drumming despreocupado y guitarrita pastoral para acompañar también el uptempo de "Mountain Sound", "From Finner" "Six Weeks" (aquí una vez más, los Arcade Fire tocan a la puerta) y los instrumentos de viento para embellecer los temas ( la Decemberistsiana "Your Bones" y esa línea probablemente ya ha escuchada). Es la melodía la protagonista absoluta de "My Head is an Animal", el mérito debe ser reconocido a los Of Monsters and Men por haber sido capaces de crear un disco agradable de principio a fin, compuesto principalmente por canciones solares y en algunos momentos irresistibles. A vosotros la elección: ¿Renunciaríais a uno de los álbumes más agradables de los últimos tiempos, sólo porque terriblemente derivante?

Valoración : 6.5 / 10

 

septiembre 21, 2012

Película del día...

Pietà - Kim Ki-duk , 2012

Lee Kang-do es un treintañero solitario que trabaja para un prestamista, su misión es recuperar el crédito acumulado en exponenciales intereses por los pobres deudores de la zona, todos trabajadores en una situación de precariedad económica. La crueldad y el sadismo alimentan las acciones de Kang-do hasta que un día se le presenta ante él una mujer que dice ser su madre. El rechazo del hijo abandonado, criado en la soledad y en desafección con el mundo, rápidamente, da paso a una necesidad innata de maternidad infantil. El verdugo, el carnicero, el que el día anterior regulaba las cuentas mutilando y lesionanso a pobres inocentes, de repente es domado por la necesidad de reagrupar todo aquello que desde la infancia no se le había concedido.

Kim Ki-duk ha encontrado una enorme notoriedad en la primera mitad de la década de 2000, período en el que ha sido amado por una audiencia joven, tan excitada que ha deseado, ansiosamente, redescubrir sus trabajos anteriores, obviamente inéditos en las salas cinematográficas. Después, de cierto punto, la fortuna de Kim ha comenzado a disminuir, en el momento exacto en el que sus películas inician por ser cuestionadas, animadamente, bajo un punto de vista artístico. "The Bow" fue la primera, después tocó a "Time". Hubo un momento en donde Kim parecía haber vuelto a ser aquella figura central del cine oriental para apasionados, gracias a "Breath". Y por último llegó "Dream": una experiencia espantosa, traumática, que marcó al director debido a un accidente en el que se veía implicada la protagonista de la película. Desde ese momento, Kim no ha sido el mismo, ha pasado un período de fuerte depresión, contado en el documental "Arirang". Rodó a toda prisa un nuevo largometraje, "Amen", que lo habría puesto de nuevo en marcha. El resultado no lo convenció, tanto es así que terminó por retirar definitivamente la película del circuito cinematográfico.

Sorprende, por consiguiente, este nuevo trabajo, a la luz de la decadencia artística que ha comprometido Kim a partir de "The Bow", y a la luz de los acontecimientos personales que he mencionado antes. Sin embargo, estoy muy contento de poderlo anunciar: chicos, Kim Ki-duk ha regresado!. Y ha regresado por la puerta grande. "Pietà"es una película que en primer lugar se adapta perfectamente a una cierta tradición del cine coreano, el que muchas personas identifican con algunas películas de Park Chan-wook, también es una película que, por la atmósfera, los temas y la "suciedad", recuerda al primer Kim, en comparación a sus últimos trabajos. Pero, sobre todo, es una película única, en donde hay una energía que debe haber surgido naturalmente durante el rodaje y la producción. "Pietà" es una película sentidísima, talmente sentida de parecer un proyecto a su manera "en riesgo" : necesitamos, en cambio, quitarnos el sombrero ante tal resultado, porque la película es abrumadora, rodada estupendamente, y mantenida bajo control. Kim vuelve a ser el maestro que era bajo este aspecto : si "Pietà" es una película "furiosa", al mismo tiempo es una película delicada y dolorosa, cuidada en la forma y jamás dejada al azar.

El de Kim Ki-duk ha sido siempre un cine de relaciones que van  "más allá", completamente fuera de todos los esquemas. "Pietà" sigue este camino: Kim describe la relación madre-hijo de manera "desvergonzada", se trata de una relación en la que una madre vuelve arrepentida después de treinta años para empezar una nueva vida con su hijo, un hombre violento hasta la náusea, que no se hace problemas en abofetearla, en llamarla con los peores apelativos o incluso en ir más allá de la "moral común". Y sin embargo, la mujer resiste, en una película del realizador surcoreano no podía ser de otra manera : los personajes que intervienen en la relación son siempre muy diferentes, se odian, se aman, se pelean y desearían matarse, pero luego, por alguna razón humana, estalla siempre la empatía mutua. El dolor de los dos protagonistas, interpretados de manera sublime por una soberbia Cho Min-soo y por un óptimo Lee Jung-jin, es universal y actual, pero también lo es el perdón, perseguido por ambos como única posibilidad de salvación. Existe una esperanza de redención pero no sin consecuencias, y la responsabilidad de las propias elecciones representa una carga que no es fácil deshacerla. Para Kim es suficiente una serie de miradas o una canción cantada por teléfono para encender la ternura de esta relación incómoda y difícil de describir, introducida en un contexto complicado aún más por el poder del dinero.

Kim Ki-duk dirige con fervor una parábola sobre el capitalismo extremo y sobre las consecuencias que esto refleja en las relaciones humanas e interfamiliares. Adoptando una puesta en escena que roza en repetidas ocasiones la tragedia griega, el director se centra sobre un sentimiento de piedad que fluye de la sociedad contemporánea, dominada por la violencia y el abuso, y que encuentra en el dios dinero el origen y el fin de todas las cosas. "¿Qué es el dinero?" pregunta Kang-do a la madre que acaba de encontrar. Y de sus labios Kim Ki-duk nos ofrece su respuesta: "Amor, honor, ira, violencia, odio, envidia, venganza, muerte", un recorrido por etapas que "Pietá" traza inexorable y sin ninguna posibilidad de redención. La Pietá de Michelangelo, visible a los ojos de todos, recuerda el sentimiento compasivo que siente una madre hacia un hijo que, a pesar de haber engendrado, no le pertenece. María sostiene en sus brazos el cuerpo indefenso de Jesús, sacrificado al diablo. El mismo sentimiento de sufrimiento incondicional, a través de los siglos, llega hasta Jang Mi-sun, antes de su último sacrificio frente al dolor que Kang-do, vendido al demonio dinero, siente cuando teme de perder a la única persona que ha amado en vida, aquella madre que por tantos años nunca ha visto y que se ilusiona de haber encontrado.

La dirección vivaz y ecléctica nunca cae víctima del virtuosismo más cínico, de hecho, el director ayuda a no tomarla demasiado en serio a pesar de analizar conceptos importantes y de denuncia. Es aquí que ironía y egocentrismo fluyen constantemente, entre una pierna rota y un brazo cortado hay lugar para más de una sonrisa, irrisión cruel, quizá, de un mundo que no acepta el hecho de tomarse seriamente y que está destinado a no cambiar sus raíces, aquellas inherentes en la naturaleza del hombre como la codicia, la violencia o la venganza. Nos encontramos por completo en un cine de crueldad, donde cada escena tiene un significado terrible, declinada según un registro diferente, desde lo dramático a lo trágico, desde lo cínico a lo grotesco. Hay que decir que esta acumulación de violencia, tanto psicológica como física, no siempre es fácil de soportar y una escena en particular, es sumamente difícil de aguantar por la dramaticidad intensa y por las premisas francamente extremas. Pero todo tiene un significado en la economía de Kim Ki-duk, y el extremo cuidado en el estudio de las imágenes en algunos casos se las arregla para superar la pesadez del momento. En otros casos, el director surcoreano elige mostrar un evento en su crudeza objetiva. Otras veces, alivia la tensión con situaciones al límite de lo cómico. La composición narrativa es realizada con el mismo cuidado de la composición de la imagen.

Kim Ki-duk recupera con "Pietà" su estilo, a través de un uso exquisito de los medios cinematográficos: basta observar cómo mueve la cámara en algunas ocasiones, como cuando un personaje es abofetado y nosotros vemos la subjetiva. No olvida incluso de atenuar el clima negro de la película con toques de sublime ironía, a menudo grotesca (las gafas redondas!), Y envuelve la película con una fotografía cuidada, llena de claroscuros, y con una música que funciona fundamentalmente como adhesivo emocional. Sorprende el uso de las ambientaciones, sobre todo porque algunas parecen provenir directamente de "Address Unknown", como si Kim Ki-duk nos estuviese diciendo que está de vuelta, como antes. Y lo remarco también yo, porque "Pietà" será difícil de olvidar. No se pueden olvidar aquellos llantos largos y desgarradores de una mujer herida en lo profundo, aquel árbol que funciona como una tumba, o aquel jersey... Y no se puede olvidar el último acto: que posee un sabor revolucionario y definitivo, pero que no puede no dejar un larguísimo rastro de sangre. Inolvidable.

Valoración : 8.5 / 10

 

En dos palabras : Después de una pausa de tres años a partir de la incierta "Dream" y después de haber estado inmerso en el campo del documental con los personales "Arirang" y "Amen", Kim Ki-duk continúa su filmografía de manera coherente, él que en el curso de quince años ha desde siempre privilegiado un cine que consiga comunicar por medio de la violencia, del shock y de la transgresión. "Pietà" es una obra del clima trágico y místico a la vez, donde las atmósferas enrarecidas y el toque delicadísimo del realizador se mezclan con el simbolismo de la fuerza conmovedora y con las imágenes crudas y sofocantes que llegan al estomago como puñales calientes, dejando en el espectador un trastorno emocional que se convierte en las horas sucesivas a la visión de la película, en una perpetua reflexión.

septiembre 15, 2012

Película del día...

Bella Addormentata (Dormant Beauty) - Marco Bellocchio , 2012

"El amor cambia la forma de ver las cosas, no es cierto que enceguese, al contrario..."

                                         Maria (Alba Rorhwacher)

Marco Bellocchio se confirma una vez más el director de la complejidad, y una de las voces más lúcidas y valientes dentro del panorama cinematográfico italiano. Acercandose a un tema tan delicado, actualísimo, como la historia de Eluana Englaro, opta, junto con sus co-escritores Stefano Rulli y Veronica Raimo, de abordar el asunto desde un punto de vista "externo", indagando los "efectos" que un evento semejante ha producido sobre una muestra de personajes y sobre la sociedad "italiana".

Un senador del PdL, Uliano Beffardi (Toni Servillo) es convocado a votar en Parlamento una ley que regularize el testamento biológico, pero no sabe responder a su propia conciencia o a la disciplina del partido, mientras tanto, su hija, María (Alba Rorhwacher), una activista del Movimiento por la Vida , parte hacia Udine para manifestar frente a la residencia sanitaria donde Eluana está transcurriendo sus últimos días. Roberto (Michele Riondino), junto a su hermano menor y perturbado Pipino (Fabrizio Falco), se coloca en el lado opuesto y "laico" de la situación, y sin embargo termina enamorándose de María, correspondido. Una actriz, (Isabelle Huppert) turbada después de que su hija ha precipitado en un estado vegetativo similar al de Eluana, se entrega en cuerpo y alma a la fe, descuidando el afecto de su marido y de su hijo. Un adicta a las drogas Rossa (Maya Sansa) intenta suicidarse pero es salvada por un decidido médico (Pier Giorgio Bellocchio) cuya preocupación va más allá de los límites impuestos por su trabajo.

Marco Bellocchio está constantemente encima al tema de la eutanasia, pero nunca lo pone al centro del propio discurso, al contraio, termina por abrazar un espectro de temáticas y cuestiones que van desde la religión al libre albedrío, desde la relación padre-hijo a la reflexión sobre el individuo en una sociedad inundada por imágenes. Un ambicioso compendio de lo que es el cine del director piacentino desde "L'Ora di Religione" hasta esta parte, en donde los acontecimientos de estos personajes, todos igualmente falibles e "inestables", se mezclan sin (casi) encontrarse, si no delante a una pantalla de televisión. Bellocchio no busca el cuadro Altmaniano, lo que él desea mostrar no es el estado de un país, sus contradicciones y distorsiones, no adopta posición alguna y se mantiene constantemente al borde de la ambigüedad, él sobre todo está interesado en permanecer pegado a sus protagonistas, en el hacer de ellos el síntoma de un mundo, de un sistema, que evita cualquier interpretación o clasificación. De esta manera, en " Bella Addormentata" salen en superficie las contradicciones y conflictos, tal vez sin salida, de una política ciega y grotesca (memorable la secuencia en el baño turco, con senadores envueltos en mantos asemejandose a los antiguos romanos, y el psiquiatra Roberto Herlitzka que confiesa que los políticos se deprimen cuando la "TV deja de buscarlos"), que obliga a tomar posiciones contrarias a la propia voluntad, en donde se podría enamorar a primera vista de una persona con puntos de vista completamente opuestos a los propios, y en donde se descubre la voluntad de vivir gracias al confidente más improbable.

Bellocchio nunca busca las soluciones más fáciles, concluye, de hecho, sus historias según el principio de la incertidumbre, como si quisiera reafirmar que la complejidad de la existencia y sus problemas, no pueden ser capturables ni cuantificables por la cámara, y trascienden la superficie de la pantalla. Para hacer esto, además de confiar en un reparto ejemplar, pone en práctica todas sus habilidades como narrador fuera de lo común: los acontecimientos se apoyan sin robarse espacio, mezclando diferentes registros dramáticos (desde el segmento grotesco con Isabelle Huppert y al irónico con el parlamentario Servillo, al amour fou entre Alba Rohrwacher y Michele Riondino, hasta el existencialismo filosófico y riguroso de la confrontación de Pier Giorgio Bellocchio y Maya Sansa), utilizando de manera alienante y brillante la música de Carlo Crivelli, que en un modo particular alimenta una tensión incorporada, y sacando el máximo partido del virtuosismo como director de la fotografía de Daniele Ciprì, que prefiere los tonos fríos y hace que los personajes sean tragados por las sombras a menudo inmersas en tonos nocturnos, con pequeños casos de luz diurna. Al igual que en "L'Ora di Religione" y "Buongiorno, Notte", Bellocchio vuelve a preguntarse sobre el sentido que nuestras decisiones tienen al interior de la cotidianidad, pero respecto al pasado elige una puesta en escena más lineal y "clásica", que intenta dar un "orden" a la confusión de temas y personajes puestos en juego. Y si el final de estas historias queda aparentemente abierto a la esperanza, el director deja siempre la puerta semi-abierta en lo irresuelto ( Maria que lee la carta-confesión del padre, Divin Madre-Huppert sentada junto a la cama de su hija después de la noticia de la muerte de Eluana, la mirada Rossa y su médico en la mañana) para sugerirnos de una realidad polifacética que no puede recomponerse al final de la película.

El golpe de genio que lleva esta obra a elevarse por encima de la habitual producción cinematográfica italiana está en la resolución de las historias entorno al concepto del amor. El amor como identificación en los otros, como comprensión de las carencias, como apoyo en las dificultades. Es el amor que cambia la visión de las cosas, este es el bellísimo mensaje final de la película, y Bellocchio nos lleva en los diferentes puntos de vista con delicadeza y equidistancia, sin participación, pero propio por esto haciendo todas las historias conmovedoras, cada voz posee la misma importancia, se logra percibir hasta los pensamientos de los distintos personajes. Los actores todos sensacionales, el siempre grande Toni Servillo, que aquí es insuperable, sus monólogos solitarios, el discurso que no consigue hacer al Senado y que prueba solo en el estudio es escalofriante. Bellísimo también el pequeño personaje, pero no menos importante, interpretado por un talentoso Roberto Herlitzka: el psiquiatra de los parlamentarios (y sólo Dios sabe lo mucho que lo necesitan). La confirmacion de dos grandísimas actrices italianas Maya Sansa y la perfecta Alba Rohrwacher. Por último, un mèrito enorme a Isabelle Huppert, óptima la elección de hacerla actuar en italiano y francés, la actriz recita la actriz que decide no recitar más por ficción, que finge tener una fe ilusoria con la esperanza de engañar a un Dios al que tal vez ya no cree más, pero del que tiene una desesperada necesidad. Cabe mencionar también la interpretación del joven Fabrizio Falco ("Premio Marcello Mastroianni" al mejor nuevo actor en el reciente Festival de Venecia), ya protagonista de "E' Stato il Figlio" de Daniele Ciprì, tambien presentada en Venecia.

A través de imágenes potentes, primeros planos muy intensos, silencios elocuentes y diálogos llenos de significado, Bellocchio hace narrativamente creíble todos los personajes presentados y logra superar la difícil tarea de representar con motivaciones correctas, argumentos opuestos. Las razones de aquellos que desean morir y de aquellos que desean seguir viviendo. Poniendose de la parte de la autonomía decisional del individuo y restableciendo el principio de la dignidad, del respeto de la propia identidad corpórea, Bellocchio vuelca en el campo controcampo el punto de vista del católico y del laico, de la madre y del hijo, del padre y de la hija, de los dos hermanos, tratando de arbitrar de manera imparcial el debate. Cofecciona una verdadera carta sobre la tolerancia, sobre el respeto de la voluntad de cada persona y sobre el derecho de crítica que, en estos tiempos oscuros de lobotomía televisiva y de globalización del consenso entorno a un simulacro del decreto, representa un raro ejemplo de cine civil.

Bellocchio no sólo continúa fortaleciéndose con perseverancia el corazón palpitante del cine de autor - el mismo que no se consume en la denuncia y excava en la crítica y en la reflexión sobre las tendencias extremas de la sociedad occidental - él sigue remarcando los caminos trazados por otras dos imprescindibles referencias italianas ( jamás suficientemente valorizadas): aquella sociopolítica de Elio Petri y aquella cristiana de Pier Paolo Pasolini, cuyas reverberaciones son imposibles no escucha resonar, esparcidas a lo largo de la película. Un cine, decía, complejo, que desea relatar la complejidad, que actualmente en Italia no tiene iguales (y por esto es atacado, como lo demuestra la decisión de cancelar la Film Commision Friuliana, co-financiadora de la película). Es una lástima que el jurado encabezado por Michael Mann no haya otorgado ningún premio a una de las obras más valientes e importantes de la cinematografía italiana vistas recientemente.

Valoración : 9 / 10

 

En dos palabras : Bellocchio narra la cruel absurdidad de una vida a toda costa: entre el largo adiós de quien ha muerto y el inesperado despertar de quien, en cambio, todavía puede decidir de vivir. El director tiene la gran habilidad de mezclar de manera casi imperceptible realismo y elementos simbólicos. Y el resultado final es tan intenso, emocionante e íntimamente doloroso de inducirme a pensar que "Bella Addormentata" podría ser probablemente la mejor película en la estimable carrera de Bellocchio. Una verdadera joya.

septiembre 14, 2012

Video de la semana...

"Seraph" - Cuando Sigur Rós encuentra John Cameron Mitchell.


Sí cogemos a la banda islandesa Sigur Rós, y al director John Cameron Mitchell y los ponemos a trabajar juntos, ¿Qué podría salir?. Una pequeña obra maestra de unos seis minutos que habla de religión, homosexualidad y violencia intitulada "Seraph".

Realizado como parte del proyecto Sigur Rós "The Valtari Mystery Film Experiment", Seraph incluye dos temas de la banda islandesa : "Rembihnútur" y "Ekki múkk". El video está protagonizado por el personaje de "Shell Game", una película de animación producida por Mitchell y por el grandísimo ilustrador/artista Dash Shaw.

El video trata con delicadeza y poesía, temas candentes como la religión, la homosexualidad y la violencia contra otros y contra sí mismo. Temas bastante queridos por el director estadounidense, abiertamente gay, que ha enfrentado en sus películas como "Hedwig and the Angry Inch", "Shortbus" o "Rabbit Hole" valientemente. La dificultad de aceptar uno mismo y los demás en un mundo violento donde ni siquiera la religión puede calmar el dolor que llevamos dentro. Aquí os dejo el video, disfrutadlo.


septiembre 09, 2012

Película del día...

The Dark Knight Rises - Christopher Nolan , 2012

"Yo nací en la oscuridad. No vi la luz hasta que ya era un hombre, y por el tiempo en que lo hice fue sólo cegadora."
                                                       Bane (Tom Hardy)

Bruce Wayne, millonario excéntrico de Gotham City. Ahora más que nunca, es el protagonista de su propia historia. Sin embargo he preferido comenzar por las palabras de Bane. No un simple secundario, aquel cuya sola imagen nos ha dejado sin aliento hasta el inverosímil. Aquel que le ha tocado una tarea que es toda una hazaña : salir con la cabeza alta de la inevitable confrontación directa con el Joker. Aquel Joker. Bruce Wayne, el hombre que convive desde siempre con una soledad radical y que sin embargo nunca está solo. Sí, porque, como sabemos, el registro utilizado por Christopher Nolan es de género coral, al que te sometes voluntariamente en el mismo instante en el que decides dirigir tantos personajes de extremo interés. Y esto es un reto decididamente difícil al cual hacer frente. Bruce Wayne, es decir Batman. No tan sólo una máscara, sino un símbolo, algo por lo que vale la pena luchar. No una simple y en el fondo cómoda estratagema para escapar, para asignar a la misma aquello que falta a quien la lleva puesta. Por qué ese disfraz, esa máscara, no representan en absoluto una vía de escape, es más, es todo lo contrario. Esa máscara, envuelta por una capa, es un retorno. El Retorno.

Gotham City. Ocho años han pasado desde la muerte de Harvey Dent. El mismo Dent cuyo legado aún mantiene inquebrantablemente en vida su memoria. Memoria que es una excusa, en el mejor de los casos un recurso. Un paraguas bajo el cual protegerse fingiendo que alrededor no esté lloviendo a cántaros. "The Dark Knight Rises" no hace más que girar la famosa frase con la cual el Comisario Gordon nos había dejado cuatro años atrás. Porque Batman no es "El héroe que Gotham merece, pero del cual no tiene necesidad ahora." Viceversa, es "El héroe que Gotham no merece, pero que necesita desesperadamente. Ahora mismo". A algunos fastidiará que se hable de esta película como una obra de gran alcance, pero es así. Seamos realistas. Los habitantes de Gotham City somos nosotros. Nosotros que damos todo por sentado, incluida la libertad. Nosotros nos acontentamos de verdades fáciles porque no tenemos el coraje de sumergirnos en las profundidades de nuestro ser, para investigar sobre nuestros miedos... aquellos que más nos afligen. De esta manera Nolan construye el primero de los tres actos de este último esfuerzo, trabajando sobre tres niveles diferentes. El primero, en lo que respecta a la figura de un Bruce Wayne casi irreconocible, presionero en su propia casa. El segundo, no hace falta decirlo, comprende la figura de Bane, la nueva amenaza. El último concierne precisamente Gotham, su indolencia y su ficticia prosperidad de fachada. Un terreno difícil, en el que el director británico se mueve muy bien, encomendando el rendimiento de todo el fragmento a no pocos diálogos.

De esto deriva una primera parte lenta. Verbosa, si se desea. Pero precisamente por esto, funcional. Atención a las conversaciones que Bruce mantiene en esta etapa con Alfred y el joven agente Blake. Monólogos, a decir verdad, donde son los interlocutores del rico heredero a tener la última preciosa palabra. En este contexto, las peculiaridades de cada uno de los tres elementos mencionados anteriormente emergen casi en su totalidad por la transmisión oral. Se habla mucho por casi la primera mitad de la película, pero de una manera equilibrada. Además de ser la opción más lógica, la decisión de dar forma a la historia delegando a la palabra un papel tan importante que se manifiesta revelador, también, por el profundo vínculo que une "The Dark Knight Rises" a la novela de Dickens, "A Tale of Two Cities". Dos ciudades que, en esta última parte de la trilogía como en la novela del famoso escritor inglés, son dos mundos. Planetas que ni siquiera se tocan. Hasta que alguien (Bane), no tenga la intención de mezclarlos. Pero una fusión del género, además de inadmisible, es altamente inestable. Se utiliza aquí el tema de la crisis global, con Occupy Wall Street y alguna que otra cosa más. Y no sólo. Porque Nolan, esencialmente, nos pone inteligentemente ante una historia ya ocurrida. Aquella Revolución Francesa que fue una bomba no sólo para el país que la hospedó, sino también  para la época en llegar, es decir hasta nuestro días. Un acontecimiento histórico viquiano, cuya petición no hace más que presentarse tal cual al pasado. Una categoría de personas que ya no toleran la opresión de la "clase alta", una vez ligados a los privilegios de la nobleza, y en la actualidad a aquellos garantizados por las finanzas.

Y es por esto que hasta en Gotham City resuena el famoso eslogan de aquella revolución, en la que el villano de turno se adapta en todo y por todo : Liberté, Égalité, Fraternité ... ou la Mort!. Porque incluso en esta metrópolis de hoy en día, como en las calles de París de hace casi dos siglos, a reinar es sobre todo el odio. En este sentido, el autor se cuida de circunscribir exclusivamente el propio discurso en la retórica añeja del rico y el pobre. Y lo hace con un golpe de genio, es decir cargando todo el peso de estas instancias sobre los hombros de Bane. Un extraordinario Tom Hardy, que se produce en un villano despiado, y sin embargo, profundamente humano. Un personaje manejado, en mi opinión, mejor por quien lo ha interpretado que por quien lo ha modelado. Y entenderéis por qué sólo al final. Un mal necesario, como se dice en la película, que el caballero oscuro no puede que contrastar con una fuerza de signo opuesta. No obstante, la humanidad que transparenta a través de estos dos "contendientes" sea tan intensa y pronunciada de ponernos en dificultad. En algún momento se llega a ser partidario de Bane, sintiendose atravesado por una sensación de incomodidad que sólo su crueldad consigue explicar. Esta es la paradoja creada por Nolan : ¿Y si los dos, bueno y malo, se encuentran del mismo lado, sin siquiera saberlo? ¿Si ambos luchan, en última instancia, por la misma razón ... sólo en formas diferentes?. Preguntas fascinantes, a las que una respuesta es dada a medias.

Lo que acomuna todos los personajes principales de "The Dark Knight Rises" es una cosa solamente: el sufrimiento. Pero una cosa es el sufrimiento de John Blake (Joseph Gordon-Levitt), y otra cosa es el de Bane. Así como el de Bruce Wayne que difiere con todos los demás. Con todo esto, es en esta dimensión que todos los personajes de esta obra se encuentran, a descubrirse profundamente distintos entre ellos mismos. ¿Veis cómo el trabajo de Nolan logra ser tan transversal? Desde la sociología a la filosofía, pasando por la actualidad. Todo ello intentando dar voz al misterio duramente insondable que es el hombre. Mostrando cómo este último, después de todo, es siempre el mismo. Incluso hoy en día, con el profundo desaliento que lo impregna. Una reflexión que, llegados a un cierto punto, se entreabre. Porque cuando los fundamentos parecen bastante sólidos, los eventos no hacen más que conformarse con una progresión cada vez más creciente. Nolan demuestra un familiaridad impresionante con las escenas de acción que hasta hace unos años no hubieramos estado dispuestos a reconocerle. Antes de "The Dark Knight" no encajaba ciertamente en sus prerrogativas este tipo de momentos. Pero ahora, en cambio - después de un "Inception" en medio, entre otras cosas - el interesado demuestra que ha adquirido una encomiable confianza. Medidas las viradas de acción de "The Dark Knight Rises", sabiamente llevadas a cabo - como en el caso de la primera pelea entre Batman y Bane, desprovista de cualquier pista musical. Pero donde hay música, y esto a menudo se repite, Hans Zimmer nos regala la enésima banda sonora extraordianria. Por primera vez desde el primer Batman sin la ayuda de James Newton Howard, es con el compositor alemán que Nolan tendrá que dividirse los inevitables consensos. En pocas palabras, este permanecerá también el Batman de Zimmer.

Pero cualquiera que sea el componente considerado, no se puede dejar de señalar el excelente trabajo de prácticamente todos los actores. Anne Hathaway es una más que convincente Catwoman, sarcástica y al mismo tiempo discreta - aunque si de su vestuario no lo pareciera. Para ser honesto, puede resultar un poco mecánica su presencia, y vale la pena destacarlo. A fin de cuentas termina casi con sobreponerse a Batman en algunos momentos, sin ningún tipo de especulación sobre un legado al que ni siquiera se hace un guiño. Dejando la puerta abierta al posible spin-off. Tom Hardy, me ha parecido el mejor antídoto que Nolan podía experimentar en calidad de "anti-Joker". Una maldad decididamente más ordenada la suya, pero no por esto menos devastadora. Repito, aquello que lamento es "sólo" el epílogo, del cual no se puede culpar, en absoluto, a Hardy. Preparado, responde a la llamada mejor de cuanto podíamos haber esperado. No hay que olvidar que su máscara, lejos de exaltar los rasgos, como en el caso del Joker, implica una dificultad interpretativa enorme. Sin embargo, la idea es que el actor británico consiga, en todo caso, donar una expresión poderosa a su mítico alter-ego. Nota de absoluto mérito también a  Joseph Gordon-Levitt, maravillosamente en el papel, que lo que confirma a los vértices de su carrera. Incitado desde el principio, su Blake no pierde el tiempo para ponerse en juego. Y que gran jugador resulto ser. De Gary Oldman quizá se ha dicho todo: encontrar un Gordon que valga sólo la mitad de él es una empresa ardua, por no decir imposible. Polifacético como siempre, aunque acostado en una cama de hospital, consigue manifestar una presencia escénica de considerable espesor.

No muy bien, desafortunadamente, Marion Cotillard, probablemente limitada por un guión que en realidad tiende a vincularla. A mí me ha dado la impresión de una llama encendida demasiado pronto y así mismo apagada rápidamente. Michael Caine nos regala a mi parecer su mejor actuación en el ámbito de la trilogía. Una performance inspirada la suya, que concluye dignamente un discurso comenzado con el pie derecho con "Batman Begins". Más en sombra Morgan Freeman, aunque si el suyo será siempre un logrado Lucius Fox; irónico y brillante. Y al final esta él, Christian Bale, oscurecido en el capítulo anterior por un Heath Ledger en estado de gracia, pero aquí se restablece con tanto de interéses. El suyo no es sólo el mejor Batman de la era de Nolan, sino de todos los tiempos. Una actuación que merece un artículo aparte, ya que está llena de significados. Pruebo a mencionar sólo algunos. Es un Bruce Wayne en decadencia total aquel que es propuesto al principio. Exhausto, hastiado, resignado. Un Wayne que apenas podemos imaginar incomunicado durante ocho años en su mansión - no por casualidad no hubiera sido un daño profundizar ese período de tiempo. De hecho su condición inicial nos dice todo acerca de aquello que significa ser un héroe. En su caso, un superhéroe. Angustiado, como en los tiempos del recorrido que le llevó a convertirse en Batman, lo vemos caminar con un bastón en mano. Stop!. No cuento nada más.

Pero aquí emerge el carácter significativo de este personaje. El Caballero Oscuro no es un hecho. Él no tiene ningún poder, o al menos, nada que supere su naturaleza humana. Y es exactamente aquella que debe ser superada. Y en esto no es ciertamente ayudado por Nolan, que despoja al pobre Wayne de todo, con una violencia inaudita. La de Batman no puede ser otra cosa que, una vez más, la victoria del espíritu sobre la naturaleza. Donde no tiene otra cosa sobre la cual poder contar, ni siquiera sobre su propio cuerpo, es entonces que se nutre de una fuerza que lo supera. El amor. Ese amor que es la única arma que puede oponerse al odio frenético de sus rivales. Desinteresado, y sin embargo, tan profundamente arraigado en él, el amor representa el estímulo que hace de Batman lo que es. No sólo un héroe, sino un ejemplo. Para todos. Especialmente para aquellos que están cerca y que no en él, sino en su dedicación radical reconocen el único motor válido al acción. La única esperanza. Es por eso que toda la obra está impregnada de símbolos. Y el simbolismo sin duda alguna juega un papel fundamental en "The Dark Knight Rises". ¿Recordáis lo que dijo Bruce a Alfred en "Batman Begins"?

"Como un hombre, soy carne y hueso, puedo ser ignorado o destruido. Pero como símbolo… como símbolo puedo ser incorruptible, puedo ser inmortal"

En este sentido, no puedo dejar de hacer uso de lo que es su símbolo por excelencia, el murciélago estilizado. Y en particular el faro. Ese faro que Gordon disparba hacia el cielo (a modo de plegaria: otro símbolo) cada vez que necesitaba de Batman, que ha sido destruido irreparablemente al final de "The Dark Knight". Pero en una de las escenas más sugestivas de la película, sale afuera una vez más, de una manera que no te esperas. Altamente teatral, claro, pero muy efectiva y de fácil significado. Porque al final de cuentas es esto lo que necesitamos: significado, sentido. Sin ambos, cualquier batalla está perdida desde el inicio. Bruce Wayne ha encontrado su vocación, aquella que le pertenece como ser irrepetible. Pero es precisamente esto lo que la película parece decirnos. No es verdad que a todo el mundo se le pide de usar una máscara y cargar sobre sí mismo un peso tan grande. A cada uno de nosotros, en cambio, se nos pide de hacer la propia parte, sea cual sea la forma. Porqué incluso "Poner una chaqueta sobre los hombros a un niño, haciéndole comprender que el mundo no se ha acabado puede ser también obra de un héroe" (cit.). Una mirada extremamente implicante, la de Nolan, que puede producir imágenes a veces al límite de la visión. Densas, llenas de esa atmósfera que ahora caracteriza a este grande cineasta. Frías, de acuerdo a la norma impuesta en su revisión de Batman. No sólo. Su último trabajo, a mi parecer, es el que se acerca mucho más al cómic. Algunos de los contenidos están ahí para sugerirnoslo, atribuibles como son (y como deben ser) a un contexto de este género.

En resumen, una obra realmente compleja, tal vez la más compleja de las tres. Ciertamente, mucho más de lo que su naturaleza altamente mainstream podría sugerir. Hasta llegar a esa cerrada, decisiva, última mitad (o poco menos). Épica, a pesar de todo. No totalmente libre de defectos en cada pequeña parte, pero que te mantiene, indudablemente, pegado a la butaca como ocurre poquísimas veces sobre no se cuantas. Una perla de rara confección, sólo un poco debilitada por algunas pequeñas discrepancias (las así llamadas lagunas) y decisiones en el guión. Algunos de ellos aparentemente dictados por una "prisa" de ir hacia adelante que te dejan un poco perplejo. Perplejo, ya que el valor de esta película es absoluto, y cuanto más lo será dentro de diez años, cuando (con suerte) tendrémos quizás un conocimiento de causa más verdadero con respecto a lo que está sucediendo en este momento. De cualquier manera, permanece la firme convicción de que "The Dark Knight Rises" es, sin lugar a dudas, el evento del año. Y que quede claro, que se trata de una gran película. Pero observando quién está detrás de su realización, probablemente podría haber sido aún más grande.

Valoración : 8 / 10

 

En dos palabras : Oportuna y provocativa, en algunos aspectos necesaria. Nolan vence, pero no convence totalmente. Regala emociones visuales e/o íntimas de alto nivel, esboza óptimos villanos, utiliza adecuadamente los recursos en su poder y, esencialmente, cierra la trilogía de manera coherente y funcional. Sin embargo, inútil negarlo, esperaba la obra maestra indiscutible, cruda, absolutamente verosímil. Una cosa es cierta: después de haber visionado "The Dark Knight Rises", difícilmente no quedaréis impresionados, por una razón u otra. Muchos, estoy listo a apostar, incluso quedaréis extasiados. Al menos sobre esto, las dudas son pocas.

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