noviembre 24, 2012

Película del día...

Populaire - Régis Roinsard , 2012

Nos encontramos en los años cincuenta. Los años de Billy Wilder y Audrey Hepburn, y son precisamente estos dos mitos inalcanzables a los que Régis Roinsard se inspira para realizar su ópera prima. 15 millones de euros de presupuesto, un guión sublime, un elenco increíble, una protagonista maravillosa, una reconstrucción magistral de la época, colores pasteles, tantas risas y vestuarios impecables, para una comedia romántica que se podría definir perfecta, inexpugnable y probablemente astuta, y sin embargo sinceramente deliciosa. Incluso si vamos de quisquillosos, todo funciona a la perfección en la curiosa y fascinante trama amorosa construida por Roinsard, para una industria cinematográfica, aquella francesa, que realmente empieza a dar miedo.

Francia, 1958. La "modernidad" está a las puertas. Las mujeres de todo el mundo están pidiendo a gritos la emancipación, soñando con una carrera en el mundo del trabajo. ¿El puesto al que más aspiran? El de secretaria. Todas, exactamente todas, quieren hacer la secretaria. ¿La regla número uno para acaparar el puesto? Fácil. Escribir a máquina, posiblemente lo más rápido posible. Rose Pamphyle tiene 21 años. Vive con su padre malhumorado, no tiene madre y es considerada por todos los habitantes del pueblo en el que vive, en Normandía, una joven "extraña", diferente. Rose está comprometida con el hijo del propietario de un taller de autos local, al que todas las otras chicas del pueblo desearían. Pero no ella, que sueña un futuro diferente a la vida monótona de ama de casa que parece destinada. La partida a Lisieux, ciudad un poco más grande respecto a la suya y que ante sus propios ojos parece Hollywood, es así debida. Aquí, la dulce y tímida Rose consigue un trabajo como secretaria de Luis Echard, carismático titular de una agencia de seguros. La entrevista en realidad es un fiaco, pero la cándida Rose es una centella con la máquina de escribir, tanto así de convencer al deportivo Louis de soñar en grande. ¿Por qué no aspirar a los campeonatos nacionales de mecanografía, que durante años ha paralizado todo el país? Él será su maestro, y ella tendrá que hacer todo lo posible para ganar...

Una historia extraordinaria, por como es simple, convincente y original, que gira en torno a la más clásica de las aparentemente imposibles historias de amor, capaces de volar alto gracias a una confección cinematográfica perfectamente equilibrada desde todos los puntos de vista. Una dirección de altísima calidad, que regalas travellings entre teclas y primeros planos dignos de una película de autor, los diálogos, los actores. Todo funciona en "Populaire". La hazaña del debutante Roinsard, de la mano firme y de la pluma envidiable (es suyo también el guión), es un vórtice que no se detiene, que divierte, encanta, reconduce al pasado y al mismo tiempo expresa una modernidad sorprendente y hará hablar de sí mismas en los próximos meses, por que su debut pulverizará kilómetros, tanto en casa como en el extranjero. Grandísima intuición de Harvey Weinstein, obviamente, ya la ha hecho suya para el mercado americano, tanto de poder suponer un éxito estudiado y sinceramente merecido para 2013.

Amable, divertida, conmovedora, medida, históricamente detallada, llena de citas relacionadas con el séptimo arte (me pasan por la mente Hitchcock y Godard), y técnicamente asombrosa, "Populaire" rinde homenaje explícitamente a las viejas comedias americanas de los años 50. Aquellas aún hoy en día envidiadas y admiradas por medio mundo. Aquellas inteligente, pacatas y sazonada con diálogos fulminantes. Las comedias dirigidas con mano firme por Billy Wilder e interpretada con gracia por una Audrey Hepburn aquí claramente "citada" por la sublime protagonista, es decir Déborah François, vista y admirada en "L'Enfant" de los Dardenne. ¿Ha nacido una nueva Audrey Tautou? será prematuro decirlo, pero probablemente sí, porque su Rose Pamphyle se convertirá en la nueva y nunca olvidada Amélie Poulain. Por la fuerza y la originalidad del personaje, por luminosidad, brillo, impetuosidad y expresividad, en cuanto mujer, en una época, entre los años cincuenta y sesenta, del cambio sexual desde el punto de vista político y social. Elogios también a la co-estrella Romain Duris, que da vida a un personaje, Louis, mucho más complejo de lo que parece al principio de la película.

El tejido estético y narrativo de "Populaire" actua con una gran seguridad sobre dos fuerzas de inaudita potencia: la primera es la transfiguración de años remotos en un mundo cristalizado por el encanto evergreen, como si fuese un universo fantasy inmediatamente identificable y no un pasado real. La segunda es el irresistible aroma tradicional de la elegancia francesa de exportación, sobre todo en lo que respecta a los sentimientos, tanto así que alguien en un momento de la película pronuncia estas palabras : "Los negocios dejémoslo a los americanos, los franceses que se ocupen del amor". Con su primer largometraje, proveniente de la publicidad y de los videoclips, el director Régis Roinsard tiene las ideas claras: el autor regula la historia, los diálogos, la fotografía, las actuaciones y los enfoques para emular una película rosa de aquellos maravillosos años. En hollywood intentaron el mismo camino casi diez años atrás con "Down With Love", protagonizada por Renee Zellweger y Ewan McGregor, pero el resultado mejor de "Populaire" se encuentra en el no dejar que la emulación audiovisual coja ventaja sobre la verdad y la poesía de sus personajes.

Sopesando con astucia los distintos ingredientes, Régis Roinsard ha ido a repescar los olvidados campeonatos mundiales de mecanografía, haciendolos malditamente emocionantes, como si nos encontrásemos en un ring con Rocky e Ivan Drago. Sin embargo aquí nadie usa guantes, aquí usan sólo y únicamente vestidos elegantes y uñas esmaltadas, que danzan con gracia y velocidad sobre viejas teclas de una máquina de escribir, que tiene el mérito de ritmar los tiempos de una película envidiable. Transformando en ciento once minutos dos casi perfectos desconocidos, como el director y su protagonista, en dos pequeños fenómenos cinematográficos a un paso de la popularidad internacional. Nunca como en esta ocasión ampliamente merecida.

Valoración : 8 / 10



En dos palabras : Un poco como había ocurrido con "The Artist", el cine francés vuelve a coger inspiración del americano con "Populaire", ópera prima de Régis Roinsard. En este caso, sin embargo, la mirada cinéphile está dirigida a las comedias románticas de los años cincuenta, en donde escaramuzas de amor se encienden sobre la chispa de la emancipación femenina, cultural antes que política. "Populaire" no hará ningún esfuerzo en continuar a caminar a lo largo de los senderos dorados del cine francés.

noviembre 15, 2012

Película del día...

Rise Of The Guardians - Peter Ramsey , 2012

Aquello que hasta hace unos años parecía impensable, por no decir blasfemo, se ha convertido en una realidad en este 2012. Por qué la Dreamworks Animation ha cancelado sensacionalmente la brecha cualitativa de la rival Pixar, abatida casi siempre desde el punto de vista de la recaudación, pero nunca del favor de la crítica. Hasta el día de hoy. Todo ha cambiando con "How to Train Your Dragon", una verdadera joya que de alguna manera ha marcado el camino de la "nueva" Dreamworks, con "Rise Of The Guardians" se hace realidad. Por que la ópera prima de Ramsey, que nace de la serie de novelas para niños "The Guardians of Childhood" de William Joyce, es una película que brilla desde el punto de vista de la animación. El trabajo realizado por Ramsey y su equipo es increíble y me ha dejado profundamente sorprendido.

Han pasado 10 años desde el triunfo de "Shrek". Era el 2002, y la Academy premió con el primer histórico Oscar a la mejor película de animación al revolucionario cartoon Dreamworks, derrotando la espléndida "Monsters, Inc". de casa Pixar. En esta década, no han llegado más satisfacciones en cuanto a estatuillas para el estudio fundado por Steven Spielberg, Jeffrey Katzenberg y David Geffen. Incluso dos años atrás, con la ya mencionada "How To Train Your Dragon", no hubo nada que hacer, debido a la inalcanzable "Toy Story 3". Y es precisamente aquel 2011 que ha revolucionado la animación hollywoodiana a gran escala. Porque si Lassater & Co. se han claramente sentados en sus laureles, en casa Katzenberg se han dado cuenta de que era posible combinar grandes recaudaciones y excelente calidad. "Rise Of The Guardians", es un buen ejemplo.

Gracias a una historia que es un triunfo de originalidad, Peter Ramsey ha sido capaz de dar vida a la perfecta película de Navidad. Por que impregnada de magia y fantasía, con giros constantes y un elenco de personajes que cualquier niño al menos una vez en su vida, ha amado, creyendo en su existencia. Jack Frost, Sandman, Papá Noel, El Conejo de Pascua y El Hada de los Dientes, se ven obligados a luchar juntos contra una oscura y terrible criatura : Boogeyman. Después de años de existencia silenciosa, el hombre de negro ha vuelto, para envenenar los sueños de los niños del planeta, aniquilando automáticamente los cinco personajes arriba mencionados. Guardianes elegidos por la Luna, poderosos "en vida" sólo y únicamente si se "cree" en ellos. Para vencer al mal, obviamente, no hay que tener miedo, uniendo las cinco fuerzas ...

Cinco protagonistas de la caracterización precisa (un conejo 'ninja' , un Papá Noel armado y tatuado, un hombre de los sueños cómico y silencioso, un hada dulce y sinuosa, un Jack Frost audaz y solitario), con virtudes y excesos; un villano que hace un guiño a Lord Voldemort; un joven héroe del pasado desconocido y del presente incierto, en busca de sí mismo y del porque forma parte de este mundo; una serie de pequeños y deliciosos co-protagonistas simplemente adorables (desde los elfos a los Yetis, pasando las haditas de los dientes y los huevitos de Pascua); y un cruce de universos fantasy que estallan de originalidad en la cara del incrédulo espectador, gracias también a una tercera dimensión finalmente sensata y encantadora. Existe en realidad de todo en la nueva película Dreamworks, deliberadamente menos "inteligente" que las anteriores, con el fin de omitir citas de películas, canciones radiofónicas y gag del corte descaradamente adulto. El toque productivo de Del Toro, afortunadamente, está, se ve y se siente (aunque sí merecía algo más de espacio).

De criaturas fantásticas vemos a montones. El oscuro y aterrador mundo de Boogeyman nace de "sus" mundos, debido a gigantes caballos negros que surcan el cielo sembrando miedo, así como conquistan las otras caras de la moneda, es decir la morada de Papá Noel y los "reinos" colorados del Hada de los Dientes y del Conejo de Pascua. Con los sueños dorados de Sandman, sin embargo, se hacen maravillas, gracias a un 3D que hace aún más mágica toda la estructura escénica construida por Ramsey. Fantasia y sentimientos. Los ingredientes que han hecho única la Pixar, aquí son tomados en préstamos y exaltados por la Dreamworks que no te esperas. Los movimientos de la cámara son simplemente impresionantes, por como son complejos y articulados, así como el guión apasionante, escrito por el ganador del premio Pulitzer David Lindasay-Abaire, y el nivel animado, cada vez más cerca del borde de la perfección estilística. "Rise Of The Guardians" encanta de forma especial por la fuerza de los sentimientos que emana, obligando a los más pequeños a identificarse fácilmente en ella y a quien lo ha sido tanto tiempo atrás a redescubrir el niño que vive en el fondo del corazón de cada adulto. Un verdadero placer perderse en esta historia divertida, conmovedora, edificante y del sabor universal.

Valoración : 8 / 10

 

En dos palabras : Adolescencial en el ADN y con un coraje desprovisto de aquellas referencias pop que han siempre marcado (y contribuido a enriquecer) las películas de animación de la Dreamworks, "Rises Of The Guardians" deslumbra e hipnotiza gracias a una historia que trasuda epicidad, y a una dirección que es un jolgorio de fantasía, acción y originalidad. Señoras y señores, el Oscar a la mejor película de animación de 2012, parece que ya tiene dueño.

noviembre 04, 2012

Película del día...

Amour (Love) - Michael Haneke , 2012

"[...]por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo."

Jorge Luis Borges - Otro Poema de los Dones

"Amour" es un sentimiento fugaz, delicado, casi imperceptible, y quizás no para todos, y sin embargo inmediatamente evidente. Una densa sensación que sobrevive a la visión de la película de Michael Haneke, quien tres años después de la Palme d'Or por "Das Weiße Band" , nuevamente vuelve a ver la Promenade de la Croisette inclinarse ante su último trabajo. De esta manera la manifestación cinematográfica mas importante del mundo, llegada a su edición número 65, corona al director austriaco en el círculo áureo de aquellos pocos en salir vencedores en dos ocasiones: antes de él sólo Alf Sjöberg, Francis Ford Coppola, Bille August, Emir Kusturica, Shōhei Imamura y los hermanos Dardenne.

"Amour" es un escalofrío que atraviesa un cuerpo sumergido en la realidad cotidiana, repetitiva, difícil, dolorosa cuando las circunstancias de la vida empujan al hombre a experimentar el dolor y el sufrimiento, cuando el hombre se convierte en espectador del más atroz de los espectáculos terrenos : no sólo la muerte, sino la muerte de un ser querido. El amor de Haneke es un amor que se extiende hasta las consecuencias extremas, no es el idilio de una pareja, no es la celebración y el triunfo de lo romántico. Es algo primordial e indefinible, algo tan primitivo de sobrevivir en el fondo del alma humana, incluso cuando la sociedad viste la bestia que somos con la indumentaria de la cultura. Es algo que se transforma, en parte, en la rutina y en el gesto cariñoso que se convierte en costumbre, pero que reeemerge como fuerza e ímpulso, sufrimiento, desesperación, rabia y maldad, el cuidado y ternura en un abanico de emociones tan variadas como las plumas de un pavo real. Emociones a menudo silenciosas y sofocadas que emergen del abismo de una mirada.

Separados por dos colores kieslowskianos, Emmanuelle Riva ("Trois Couleurs: Bleu ", 1993) y Jean-Luis Trintignat ("Trois Couleurs: Rouge", 1994) se encuentran en la película de Haneke en una colosal interpretación, son marido y mujer, Anne y Georges ancianos maestros de música en pensión cuya vida da un vuelco total por culpa de una enfermedad agresiva e inesperada que afecta a Anne inmovilizándole parte del cuerpo. Ella obligada a un vivir que la priva cada vez más de la dignidad. Él ocupado en el cuidado de ella en un camino arduo y lacerante. El recorrido es duro y agotador (y me recuerda la lucha de Valérie Donzelli en la bellísima "La Guerre est Déclarée"). La muerte y el morir que por lo general podemos experimentar son el morir y la muerte de los demás, de aquellos que nos rodean y si la muerte, por absurda e imperativa, puede ser entendida como una condición de la vida humana (por otra parte de la misma cátedra de Cannes había sido capaz de hablar Terrence Malick con "The Tree of Life"), el proceso de morir, sin embargo, no sólo expresa la fragilidad humana sino que pone en cuestión la dignidad. La experiencia de la muerte de un ser querido es entonces una pregunta que interroga al hombre directamente sobre aquello que hace vida una vida. Que lo llama a comprender incluso el amor en nuevas formas, es gestos insólitos...

El arte cinematográfica de Haneke en su máxima expresión es una visión asombrosa; cruda y cruel, incluso violenta, como desde tanto tiempo el director austriaco nos tiene acostumbrados, pero sin recurrir a juegos perversos ("Funny Games"), manteniendo cierta la insensatez que acompaña la existencia, sin caer en el abismo de los instintos animales ("La Pianiste") aunque si mostrando la desnudez salvaje del hombre. La crueldad del amor hanekeiano es aquella de la vida misma, pero filtrada por el profundo y sincero humanismo del director, que ya en "Das Weiße Band" dejaba filtrar en su película un sentimiento ligero e impalpable, una esperanza que (con el florecimiento del amor entre el Maestro y Eva) desgarraba un mundo de insidias ocultas, una sociedad que se derrumbaba sobre sí misma. De esta manera, sin menospreciar el uso de técnicas y temáticas típicas del cine de terror, Haneke forja "Amour" como una película delicada y evasiva, no un himno al sentimentalismo, sino una rara búsqueda de los terrenos más extremos en donde el hombre pueda ser estimulado. El destino cínico y despiadado obliga, de hecho,  a la pareja a ir cada vez más lejos, en un vórtice de mejorías y recaídas por la enfermedad entre la desesperación que desearía finalizar forzadamente la agonía de vivir y la dulzura de los momentos en donde los recuerdos del pasado se infiltra en el presente a través de una vieja foto, con las notas de un fragmento musical. Pero el camino de la vida se dirige en una única dirección y el irrevocable destino exige ser afrontado.

Anne comienza el calvario en una silla de ruedas, continúa con un brazo atrofiado, después con medio cuerpo paralizado, y así sucesivamente, cada vez peor. Georges está siempre junta a ella, la ve sufrir, tratando de hacer que se sienta mejor. "Amour" nos habla de la imposibilidad de tener el control del propio cuerpo, y por consiguiente de la propia vida, pero sobre todo nos habla de quien esta pérdida de control la observa y la vive "en directo", día tras día. Georges ve desmejorar Anne cada momento que pasa ante sus ojos, y es un sensación que mata el alma, torturandola. Desde el principio, cuando Anne aún es capaz de hablar y de dar sentido a sus discursos, observamos que la pareja no quiere hablar con extraños de la enfermedad, como si cada vez que el discurso se manifiesta tenga el efecto de una puñalada (doble) al corazón. Basta ver la escena en donde hablan con uno de sus alumnos, convertido en un famoso músico, que viene a visitarlos en casa al pasar por París. Cuando ve las condiciones de Anne, con un poco de vergüenza el hombre pide una explicación, pero sólo recibe un simple "cambiemos de tema".

Anne y George saben que esa situación no va a mejorar, de hecho, conduce directamente a un destino demasiado obvio, y que da un miedo terrible : la muerte. Pero tal vez, para Anne, el mayor temor es sólo vivir en un estado que no la permita de tener dominio de sus medios, y que sobre todo no le da dignidad. Georges lo entiende, pero no puede prescindir de ella, y está dispuesto a hacer cualquier cosa para tenerla junto a él, incluso a auto-excluirse del mundo. No es casualidad que la película se desarrolla en un espacio cerrado, en el interior de la casa de los protagonistas, y París no se ve nunca : sólo de vez en cuando, rápidamente, detrás de las cortinas blancas de las ventanas... Dudas, temores, sueños, momentos de soledad abordan a George en el crescendo de dolor experimentado en el asistir Anne hasta el epílogo de su amor. Anne transforma Georges en su natural prolongación, casi como si fuera una prótesis, y se abandona a sus cuidados aceptandolos pero a veces rechazandolos bruscamente. Georges adosa sobre sí mismo toda la responsabilidad oponiendose firmemente a la hospitalización de Anne, por voluntad de su amada, llegando al punto de impedir a la propia hija de verla.

Visionando "Amour" también se tiene la impresión de penetrar sin problemas en lo privado y en la intimidad de la cotidianidad de una pareja unida por un vínculo indisoluble, interpretada de manera sublime por dos actores que se han formado con la Nouvelle Vague : Emmanuelle Riva trabaja desde el punto de vista físico, para describir los síntomas de la enfermedad cada vez más evidente, pero es con su mirada que comunica la desolación de su personaje en presencia de la pérdida de la dignidad de su condición, la actriz francesa se propone heroicamente y estoicamente a la cámara, la suya es casi un Vía Crucis, su enorme talento representa algo que va más allá de la actuación, es vida. Jean-Louis Trintignant trabaja en cambio por sustracción, para mostrarnos esa chispa que poco a poco desaparece de los ojos de su Georges, mientras es vencido por el dolor y por la inadecuación, por la duda y por el miedo, los gestos y las expresiones de su rostro marcados por el peso de la responsabilidad, su vagar cansado y desanimado por casa, una casa un tiempo elegante y acogedora, y que ahora parece tan grande y vacía. Es exactamente aquella casa a ser ahora la envoltura que los mantiene a ambos encerrados en su sufrimiento.

Impresiona, conmueve, "rechaza", a veces da miedo (atención a la escena nocturna y argentiana en los pasillos del edificio). No se malvende en absoluto Haneke, de hecho, si es la "coherencia" aquello que los fans del director desean que continúe a tener. Pero su último trabajo es sobre todo una historia de amor y devoción, y toca las cuerdas del corazón ( y como es habitual en el cine del director austriaco), del estómago y sobre todo del cerebro. "Aún tengo muchas historias que contarte", dice Georges a Anne durante aquel desayuno que marcará poco después el comienzo del calvario : una frase que reune dos vidas completas y no es pronunciada narrativamente por casualidad... El realismo crudo de Haneke se revela una vez más un realismo interrumpido, que está interesado en átomos y fragmentos de la existencia que dejan entrever solamente en contraluz un universo escondido e invisible, sutiles declinaciones del alma que vagan en la música, ordenada articulación del tiempo en donde se desplega un sentimiento que trasciende el orden, en la música donde se fragmenta el tiempo del sentimiento humano que divaga en la memoria. O en la fantasía, o en la pesadilla. Los acontecimientos, los gestos, las miradas se transfiguran en notas musicales grabadas en una partitura mientras que la sensación de lo tocado se esconde entre los silencios no escritos.
"Amour" es lo que queda de una película cuando el objeto cinematográfico que lo representa desaparece, y aquel leve sentimiento que la imagen ha evocado. Aquel silencio que puede decir auténticamente algo : amour.

Valoración : 8.5 / 10

 

En dos palabras :"Realismo" es el ingrediente principal del cual el maestro austriaco se ha servido para concebir su último esfuerzo. Michael Haneke nos lleva de la mano en una experiencia de vida real, una de aquellas familiares entre las más angustiosa que existen, y lo hace mostrándonosla de una manera sencilla y sin ningún tipo de matizado melodramático, demostrando cómo un director a menudo acusado ​​de una frialdad absoluta puede continuar a realizar su cine álgido y quirúrgico, regalando al espectador una obra a su manera desgarradora y conmovedora.

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