octubre 23, 2012

Película de día...

Killing Them Softly -  Andrew Dominik , 2012


"Oh yes, we're all the same. We're all equal. ... I'm living in America, and in America, you're on your own. America's not a country, it's a business. So fucking pay me."
                                            Jackie Cogan (Brad Pitt).

Basada en el best seller de George V. Higgins "Cogan's Trade", "Killing Them Softly" cuenta las acciones profesionales de Jackie Cogan (Brad Pitt), asesino a sueldo al servicio de una crimalidad en plena crisis, tras el golpe insensato en una partida de poker llevado a cabo por unos improbables y poco inteligentes criminales : Frankie (Scott McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn) contra el boss de New Orleans. Cogan es contratado por el misterioso "representante"(Richard Jenkins), enlace entre los peces gordos y el sicario, embajador de una mala vida ahora también corporativizada, para encontrar a los dos matones enviados por el rival Johnny Amato (Vincent Curatola).

Rompiendo el estereotipo del asesino duro y solitario, Brad Pitt plasma Cogan hacia una empatía casual y cobarde, haciendolo "tarantinianamente" defectuoso. No es el típico gángster, es un hombre que hace su trabajo con rapidez y seguridad, se ensucia la manos sólo cuando es necesario (y si lo tiene que hacer "mata suavemente", es decir de lejos, sin permitir a la víctima de llorar y suplicar), a veces incluso prefiere subcontratar el trabajo a otro asesino en dificultades económicas. Rebana monólogos y actitudes al azar, encarnando el espíritu de esta "especie de" comedia cruda y pesimista, marcada por referencias irónicas a la política y a la actualidad. Sí, porque la crisis también obliga a los asesinos aceptar de trabajar con una tarifa reducida, si son capaces de hacerlo después de convertirse en alcohólicos y puteros como Mickey (James Gandolfini), otro síntoma del fin de una época.


Hará discutir "Killing Them Softly", la tercera ópera del director Andrew Dominik y la segunda colaboración con Brad Pitt en el doble papel de actor y productor después de la fascinante "The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford". Hará discutir por qué habrán personas que seguramente la juzgarán de primer impacto como un gangster movie convencional y nada más. En mi opinión, sin embargo, nos encontramos frente a una obra mucho más compleja de loque podría parecer a una primera mirada rápida y superficial, porque Dominik confecciona sí una película que sin duda alguna tiene una fuerte deuda hacia el gangster movie americano, ya sea clásico que (post)tarantiniano, pero también es una reflexión ingeniosa y original de la sociedad estadounidense hoy en día, aquella de la recesión global, del colapso de los bancos, La América de Barack Obama. Y no es, ciertamente, una coincidencia que desde las primeras escenas el futuro presidente de los EE.UU. (al igual que su rival John McCain o el saliente George W. Bush) se encuentre a menudo presente en el fondo, a través de la televisión o la radio, para acompañar de manera aparentemente desenlazada la historia.

Al igual que en la película anterior, el cine de Dominik toma distancia de la ferocidad desnuda, cruda y fin en sí misma, centrándose en las relaciónes, en las ambigüedades e idiosincrasias entre los personajes, en su mayoría inmaduros, pero profundamente letales. Dominik no renuncia, al contrario enfatiza, dos elementos clásicos del género: un fuerte componente irónico caracterizado por algunos personajes y diálogos exagerados y una violencia presente en manera discontinua pero intensiva, en particular con una paliza que es una de las más impresionantes jamás vistas en pantalla y un asesinato en cámara lenta que, aunque no original, demuestra, una vez más, las enormes capacidades técnicas de este director.Toda la película está rodada y fotografiada de forma impecable, posee un ritmo directo y puede presumir de las grandes actuaciones de todo el reparto : desde un Brad Pitt en una versión verbosa y letal, a secundarios de lujo, especialmente gracias a un melancólicamente gracioso James Gandolfini y un siempre correcto Richard Jenkins, sin olvidar Scoot McNairy y Ben Mendelsohn, una confirmación después de la extraordinaria "Animal Kingdom".


Andrew Dominik, retrata una despiadada sátira del poder estadounidense, una reflexión actualizada y distorsionada de aquello que Francis Ford Coppola había construido con las dos primeras partes de la saga de "The Godfather", cuarenta años atrás. Si el lenguaje de los personajes es prácticamente el de Tarantino, la película encuentra en otra parte su vis sarcástica, sobre todo en la unión entre la estética decadente, los anti-clímax, las elipsis de la trama y la grotesca visceralidad de las secuencias de muerte. Esta es la cuadratura que alimenta una película afilada y siniestramente deliziosa. Ningún romanticismo, ningún podio para conquistar. El sistema - cualquier sistema - es rehén de un puñado de "cuellos blancos" de rara incompetencia y aún más escasa moderación, obsesionados por los buenos modales y por los asesinatos para salvar las apariencias. Sin ellos, estos hombres se manifestarían por lo que son, personas estúpidas y violentas que se arrojan sin impedimento alguno en una espiral de entrópica violencia, insensatez y confusión. Una espiral que no atrae solamente a las almas destinadas al encarcelamiento.

El director australiano crea un gangster-movie anómalo, así como el film anterior fue considerado un atípico Western. En "Killing Them Softly” el mundo del crimen organizado colisiona contra el desorganizado, y por lo tanto la figura de Cogan sobreviene para tratar de poner orden en un entorno que no lo es. Nos encontramos en una América que profesa ser una comunidad cuando nunca lo ha sido, y las voces de los señores de la TV filtran repetidamente durante los largos discursos que los delincuentes, magistralmente conducen con sagacidad y brillantez. "Killing Them Softly” juega con las pausas entre los silencios y las palabras de sus antihéroes, dejando explotar balas en cámara lenta, como si fueran bofetadas y no elementos de muerte. Sam Peckinpah enseña, pero Andrew Dominik tiene su propio estilo, su propia forma, su propio arte.. Y es malditamente bello de visionar.

Valoración : 8 / 10

 

En dos palabras : Sobre una trama sutil, aguda y dilatada a arte, Andrew Dominik construye una hermoso retrato de la sociedad estadounidense hoy en día, probablemente más apreciable en patria que en el resto del mundo. La crítica del sistema es fuerte y la metáfora es sensata. Formalmente impecable, "Killing Then Softly" a primera vista podría parecer fría, y en cierto aspecto lo es, pero es una obra que se inflama poco a pocos, gracias principalmente a una dirección de aplausos y a un excelente reparto en el que destaca un memorable James Gandolfini. Ampliamente recomendable.

Película del día...

Compliance - Craig Zober , 2012

"Compliance" cuenta la historia de Sandra, una ocupadisíma manager de un fast food de una cualquiera ciudad americana y de su empleada Becky, acusada de haber robado dinero a un cliente. Hasta aquí nada sorprendente, a excepción de que la acusación es hecha por teléfono por un presunto agente de policía que desde ese momento, y con la condescendencia de las partes en causa, da lugar a un procedimiento un tanto inusual. No sólo Sandra deberá retener la acusada a la espera de la llegada de la policía, también tendrá que proceder, junto con otros empleados, a una serie de investigaciones y registros que desembocarán en actos de violencia psicológica y física.

Recientemente en Italia ha sido difundido un virus informático bastante particular. Los pobres malaventurados que abrían incautamente un mail con remitente amigo se encontraban frente a un video pornográfico. Inmediatamente un screenshot les decía que habían entrado en un programa de vigilancia de la policía por posesión de pornografía infantil. Si querían "limpiar" sus antecedentes penales, tendrían que pagar una multa en una cuenta corriente específica. Muchos de vosotros estaréis riendo alegremente y pensando: "¿Pero, qué idiota podría haber caído?". Y sin embargo, de idiotas han habido tantos. "Compliance", película escrita y dirigida por Craig Zobel, habla exactamente de esto: como el sometimiento psicológico de la autoridad nos empuja en realizar acciones que en condiciones normales no cometeríamos nunca. Inspirada en una historia real sucedida en Estados Unidos, donde un hombre en poco más de un año ha realizado más de 70 llamadas telefónicas a empresas comerciales de diversa índole, en las que declaraba ser un policía. El pésimo "burlón", entre muchas manipulaciones, ha sido incluso capaz de hacer abusar sexualmente de una empleada de McDonalds en Kentucky, antes de ser finalmente detenido.

La película comienza a partir de esta reconstrucción y perturba mucho, ya que pone al espectador frente a un hecho : ¿Cómo puede una persona caer en una estafa similar? Darse cuenta de cómo la mente humana sea maleable y manipulable no es una cosa agradable. Durante todo el tiempo, la pregunta que surge es sólo una: "¿Cómo es posible que Sandra se haya hecho engatusar de esa manera? ¿Cómo es posible que no se haya dado cuenta de lo absurdos pedidos del policía? ". "Compliance" irrita. Irrita porque nos hace agitar durante todo el tiempo mientras la pobre Becky es abusada psicológicamente e incluso físicamente (casi siempre fuera de campo), humillada, con la complicidad de Sandra, que está subyugada por la credibilidad y firmeza del policía, sin tener alguna duda, algún decaimiento. Todos los demás empleados soportan la doble exposición, la del policía al teléfono y la del jefe. Frente a peticiones absurdas se convierten en cómplices de mala gana, o simplemente se sustraen, pidiendo de regresar a trabajar, y casualmente el único que irá hasta el fondo de las órdenes más improbable del policía será mel novio de Sandra, que no trabaja en el fast food.

"Compliance" más que delinear los personajes en su entereza psicológica es eficaz en el hacerlos interactuar, haciendo emerger la tensión no sólo del mecanismo perverso que regala la voz del agente, por mitad de la película invisible a los espectadores y a los personajes mismos, un poder fantasioso y de persuasión que no concede puntos débiles a sus interlocutores, y también por el contraste entre las diferencias caracteruales que surgen por una situación forzadamente colectiva. El acontecimiento, que Zobel pone en escena con un pragmatismo que en pantalla no deja espacio a vuelos metafóricos, ofrece, sin embargo, muchos puntos para reflexionar a partir del más evidente : el de una sociedad dominada por el miedo y la ignorancia, incapaz de darse cuenta de aquello que sucede cerca de ella - el montaje asocia continuamente la tragedia que se desarrolla en la oficina del manager a la despreocupadez de los consumidores de hamburguesas y patatas fritas, concentrados en satisfacer las necesidades del vientre - y cada vez más acostumbrada a relaciones virtuales, evidenciado de manera obsesiva la comunicación entre la voz que dicta órdenes al teléfono y la actitud de los personajes que actúan como si su interlocutor se encontrase frente a ellos.

Craig Zobel equilibra la pérfida narrativa y su sarcasmo rastrero con considerable rigor, dirigiendo con gran precisión y yendo directo al grano de la cuestión, una reflexión ya sea psicológica que cultural y de alguna forma satírica (no por casualidad nos encontramos en un fast food, una de los templos de la cultura estadounidense) sobre la ciega "complacencia" ante el poder y ante los mecanismos de la persuasión, en donde la coerción no sólo nos obliga a hacer aquello que nunca habríamos hecho, pero que puede llegar a empujarnos a hacer aquello que habríamos deseado, funcionando como una justificación moral . La magnífica Ann Dowd, con su perturbadora interpretación, es la perla de una película compacta, profundamente desagradable, terriblemente inteligente.

Valoración : 7.5 / 10

 

En dos palabras : "Compliance" es un puño en el estómago, como siempre ocurre cuando nos encontramos frente a una historia que refleja lo absurdo del mundo en el que vivimos. Una película en donde no hay escenas explícitas, el horror se encuentra en la escalada de peticiones insensatas y en la aceptación pasiva de las mismas. En quien las perpetra, que se convierte en marioneta en las manos del titiritero, en quien las soporta, que termina por convertirse en un mártir en nombre de una ley que está por encima de nosotros, y a la cual "debemos" arrodillarnos.

octubre 17, 2012

Película del día...

ParaNorman - Chris Butler & Sam Fell , 2012

Tres años después de "Coraline", la Focus Features regresa a la compleja pero fascinante stop motion con la curiosa y esperada "ParaNorman", verdadera sorpresa animada dirigida a cuatro manos por Chris Butler (supervisor de los storyboard de "Corpse Bride" y "Coraline") y Sam Fell ( director de "Flushed Away" y "The Tale of Despereaux"). Jugando con las películas clásicas de terror de los años 50, los dos realizadores osan lo inosable, creando una película de animación en plastilina y 3D que hace guiños a los más grandes como a los pequeños, gracias a atmósferas oscuras, zombies, fantasmas, referencias cinematográficas, brujas y cult horroríficos del pasado, realizando una auténtica joya. Es más, la mejor película de animación vista en lo que va del año.

Calcando la mano en el Universo de los "diversos", Butler y Fell retratan una sociedad un poco arisca, racista, homófoba y selectiva. Gordos, "freaks", niños extravagantes, cheerleaders con la neurona solitaria, muscolosos desprovistos de intelecto y homosexuales son ridiculizados, humillados, y por qué no, quemados en la hoguera como brujas. ¿Homosexuales? Exacto!, también homosexuales. Porque en "ParaNorman", escuchad bien, asistiremos al primer coming out de la historia de la animación cinematográfica. Un acto de valentía por parte de los directores y productores, obviamente, chocando con los gritos de la americana Family Research Council, intolerantes y homofóbicos desde siempre, no han entendido obviamente nada de la joya concebida por la Focus Features. Porque son ellos los verdaderos indirectos protagonistas de la película. Aquellos que señalan con el dedo, que insultan, denigran y distinguen entre ciudadanos de serie A y de serie B.

El pequeño protagonista de la película es un dulce, solitario y silencioso jovencito. Que posee un don. Ver y poder hablar con los muertos. Pero nadie le cree. El pobre Norman está rodeado de fantasmas, pero es el hazmerreír de la ciudad. El pobre tonto que hay que evitar como la peste. Incluso para sus padres es un niño extraño, que inventa historias fantásticas para llamar la atención. Pero las personas de las cuales ve los espectros son realmente existidas, y son verdaderamente muertas. A ellos se suma también el viejo señor Prenderghast, un tío suyo vagabundo que, poco antes de morir, le asigna una tarea de la que, hasta entonces, se había ocupado él : impedir a una hechicera, condenada a la hoguera siglos atrás, de llevar a término su maldición, destapando las tumbas y haciendo salir un ejército de zombies. La amenaza se renueva cada año, en el aniversario de su ejecución. La fórmula para detener el hechizo mortal está contenida en un viejo libro, pero Norman no conoce los detalles del procedimiento y entonces, al llegar de la hora fatídica, la pesadilla de hace realidad, provocando el pánico entre los residentes de su ciudad.

A su lado un peque regordete, atormentado por su condición física, y una serie de marginados inconscientes de serlo. La hermana rubia, que definir "estúpida" es un eufemismo; el hermano musculoso, hormonas y pocas neuronas; el tonto del barrio, que desde siempre tergiversa verdades nunca tomadas en consideración, el matón insoportable, macho por fuera y miedica por dentro; y obviamente ellos. Los zombies, cualquier cosa menos que crueles e incluso aterrorizados de los humanos. Porque somos nosotros mismos, cuando queremos, a convertirnos en monstruos. Malvados con el prójimo y preparados a juzgar, a hacer daño, tanto físicamente como verbalmente, armados con horcas, antorchas e insultos gratuitos. Norman es molestado por sus coetáneos, y es sobre todo, incomprendido por los adultos, que generalmente, lo toman por loco. Tal vez tienen un poco de miedo de sus visiones, de su supuesta facultad de hablar con la abuela fallecida, y de la familiaridad que muestra de poseer con los misterios del más allá. Lo que le toca, en una época moderna y aparentemente iluminada, es un destino análogo al que, en los siglos oscuros esperaba a las brujas, portadoras de facultades mágicas que, en la gente común, suscitaban una mezcla de envidia y desconfianza.

El ser humano se siente intimidado por aquello que no entiende. Y es sobre todo despavorido frente a una infancia que no está sujeta a su autoridad y pretende sobrepasarlo en el conocimiento de las cosas de la vida. Un niño medium no da menos miedo respecto a una pequeña maga, que juega con el fuego y que probablemente está en contacto con el diablo. Cuando la trascendencia se casa con una inocente fantasía,   incluso los monstruos se transforman en graciosos cartoons. Son marionetas con las que Norman habla con amabilidad, mientras que para los grandes son enemigos horribles para combatir a fusilazos : el terror, según el significado término cinematográfico, en el convertirse en parodia se entrecruza con el western y se convierte en una cuestión de puntos de vista, distorsionada por la perspectiva abrumadora del entorno provincial. Norman no es normal en el sentido estricto, porque es paranormal, es decir perteneciente a una normalidad extendida a la imaginación, que sólo pide ser aceptada como lo que es : un reino donde todo es posible, tan pacífico como frágil, que un exceso de escrúpulo o de razón puede fácilmente herir de muerte.

Y es precisamente esta vulnerabilidad humana - que inserta aquella dimensión invisible, totalmente, en nuestra realidad - a marcar un punto de quiebre con la tradición del género, en la que el infierno, con su fuerzas destructiva, es una entidad potente en su diversidad. Los autores de Para Norman han aprendido la lección de Tim Burton, que ha tomado distancia del carácter absoluto e invencible del mal, para hacer del lado sombrío la celebración de la vida. Pero aquí no encontramos el spleen lunar de "Nightmare Before Christmas" y "Corpse Bride", ni aquella fatal de la tragicidad en la que la alegría del musical es sólo una manera para levantar la moral. Butler y Fell prefieren construir lo lúgubre con las tintas fluorescentes del sueño, haciendolo partícipe de aquella cálida suavidad de contornos que es el acariciable sello distintivo del mundo de las muñecas. La pseudo-anormalidad que encuentra la pseudo-normalidad, dando luz a una verdad absoluta, frecuentemente callada, que nos quiere a todos "idénticos", y por lo tanto merecedores de derechos y respeto.

Cabalgando una animación espectacular, y de una complejidad excepcional, Butler y Fell juegan con clichés sociales y cinematográficos, sin olvidar el ingrediente principal. Las risas. Tantas, tantísimas. Baldazos de diversión, de asociar con una gran dosis de acción (increíblemente fascinante la escena del baño de la escuela), para una película que entretiene, divierte e ilumina, confirmando el crecimiento exponencial del cine de animación. Cada vez más original y valiente, y no sólo en casa Pixar, como lo demuestra esta joya. Que definir imperdible es realmente poco.

Valoración : 8 / 10

 

En dos palabras : El debutante director y guionista Chris Butler, con la colaboración de Sam Fell, realiza, en stop motion 3D, una fábula en el estilo terror adolescencial, que aplica una romántica ironía existencial en el drama de la diversidad. El resultado es un largometraje inesperado y del ritmo apremiante, que se las arregla para escapar del peligro de la banalidad y evita el virtuosismo con la rara habilidad de apasionar transversalmente diferentes generaciones. Los habitantes de este horror world saben cómo conquistarnos, sorprendernos y apuntar directamente al corazón.

octubre 15, 2012

Disco del día...

Babel - Mumford & Sons , 2012


Género : Folk-pop

Tracklist

01. Babel
02. Whispers In The Dark
03. I Will Wait
04. Holland Road
05. Ghosts That We Knew
06. Lover Of The Light
07. Lovers’ Eyes
08. Reminder
09. Hopeless Wanderer
10. Broken Crown
11. Below My Feet
12. Not With Haste

*Deluxe edition bonus track

13. For Those Below
14. The Boxer
15. Where Are You Now

Limitarse a suspender el segundo álbum de la agrupación inglés Mumford & Sons podría parecer, en realidad, un ejercicio inútil. De la misma manera, como describir simplemente lo que sucede desde el punto de vista de los hechos, en "Babel" parece escapar propio el punto - también porque, en este caso, no caeríamos en la presunción de pensar de saberlo ya. Desgarradoras líneas vocales, imágenes de amor pueril (Where are you now?/ Do you ever think of me?/ In the quiet, in the crowd”; un sondeo de las propias emociones y de los propios sentimientos de culpa, introvertido y puritano, del tipo  “I don’t know if I’m doin’ you wrong”), insistentes reelaboraciones de aquel quiet-loud de bombo y banjo que es la gallina de los huevos de oro del grupo, sustancialmente su única intuición desde el punto de vista musical.

¿De dónde viene el éxito de los cuatro británicos? ¿Por quién está compueto su público? O incluso: ¿Es su folk el más verdadero de todos, ya que puede llegar al mayor número de personas, a pesar de no serlo en cualquier otro sentido, si no fuera por los instrumentos utilizados? Estas son preguntas que quien sigue la escena folk y songwriter, cada vez más autorreferencial y elitista, tal vez debería hacerse. ¿Cuántas de las canciones de los así llamados grupos "folk" actuales podrían ser sonadas en las fiestas del pueblo, entre la gente? Por desgracia, es un punto de vista que tenemos que aceptar, en nombre de los sentimientos globalizados, inertes, audibles por encima del barullo gracias a los decibelios, de los Mumford & Sons. En particular, lo que es más preocupante es este continuo forzamiento hacia la maravilla, hacia el abultamiento de los instrumentos y de las emociones, que es exactamente de aquellos pocos que ahora pueden permitirse un estadio lleno (Coldplay, tal vez Bon Iver).

Por lo tanto, todo esto para encontrar una razón a la existencia de este tipo de música: fabricada en serie, porque en cualquier caso, nuestro iPod está programado en “random play all", por lo cual nunca ocurrirá de tener que lidiar con doce canciones (quince en la versión deluxe) todas iguales una tras otra, explosivas, rítmicas y llenas de autocompasión, perfectas para desahogarse en el gimnasio. Aquí está todo el éxito de los Mumford & Sons : en la capacidad de interceptar breves emociones epidérmicas, descompensaciones hormonales y regurgitamientos de bilis, aquellos estados de ánimo, pasajeros y puramente "psicosomáticos", que más o menos nos afectan a todos, algunas veces. Pero la verdadera música popular, después de todo, es aquella que se transmite, en este sentido, los verdaderos apasionados de folk puedes estar tranquilos. 

Valoración : 4 /10


octubre 14, 2012

Película del día...

On The Road - Walter Salles , 2012

"Conocí a Dean inmediatamente después de la muerte de mi padre ...", de esta manera Sal Paradise (Sam Riley) comienza la historia de los años de juventud pasada junto a Dean Moriarty (Garrett Hedlund), ex-reincidente del encanto maldito, constantemente en movimiento y siempre en busca de emociones que lo sacudan profundamente, casado con la seductora y desinhibida Marylou (Kristen Stewart). Sal es un escritor cuya novela no logra tomar vida, atrapado en una rutina que no consigue inspirarle a pesar de las noches pasadas a despejar la propia mente y la propia existencia con su amigo Carlo (Tom Sturridge). Dean se convierte para él en la chispa vital, en la locura y en la inestabilidad de admirar, estudiar y observar de lado dejandose impregnar dulcemente. Cuando Dean se pone de nuevo en camino hacia el oeste, Sal decide de jugarse su única oportunidad de aprender a vivir una vida sin limitaciones construida en la carretera. Las drogas, el alcohol, las fiestas, las relaciones de una noche, las alucinaciones, las conversaciones profundas: todo se convierte en objeto y sujeto de sus días consumidos al máximo.

Probablemente, "On The Road" era una de las películas más esperadas del año (hablo por mí mismo). En primer lugar, porque se trata de la primera, y por esto "memorable", adaptación cinematográfica de On the Road, novela de culto de Jack Kerouac, símbolo de la Beat Generation. Después porque se trata de una película de larga gestación. Antes habia probado Francis Ford Coppola a llevarla a la gran pantalla, el director ha permanesido co-productor de la película junto con su American Zoetrope. Por último, era una película esperada porque Walter Salles ha trabajado durante años en el proyecto, que finalmente ha visto  el pasado mes de mayo durante Le Festival de Cannes la oscuridad de sala. La famosa novela de Kerouac es una meticulosa, episódica y cronológica relación en primera persona de sus muchos viajes desde NewYork hacia la costa oeste de los Estados Unidos. Uno de los puntos centrales de la novela, sin embargo, era la relación del autor - bajo el seudónimo de Sal Paradise - con el fascinante Dean Moriarty (seudónimo Neal Cassady), conocido a través de algunos amigos en común. Pero, si no recuerdo mal, en las primeras cien páginas Sal viaja solo desde Nueva York a Los Angeles: aquí esta sección es muy reducida y prácticamente casi no existe, a excepción de alguna escena inicial.

Se "viaja" sustancialmente poco, en el "On The Road" de Walter Salles, pero no es una elección equivocada. La película es, sin duda, episódica como su fuente, pero elige qué cosa mostrar de las historias del libro y que cosa no, perdiendo por necesidad mucho más : alguien podría argumentar que la sección dedicada a Old Bull Lee (William Burroughs, interpretado por un correcto Viggo Mortensen) es realmente demasiado apresurada. Pero al final, en las intenciones de Salles, lo que importa es la economía de la película, y realmente no era posible llevar todo aquello que se narra en la novela dentro de la película. El director opta esencialmente de narrar con su "On The Road" un bromance, es decir la historia de una relación fuerte entre dos hombres, Sal y Dean, a menudo al límite del amor homosexual: en una escena los dos protagonistas están por tener sexo junto a Marylou, antes de que Sal se avergüenze y pida a Dean de irse (si la memoria no me falla, en la novela Dean simplemente le pide a su amigo de ir solo a la cama con Marylou), mientras en otra escena Sal observa desde una puerta entreabierta al amigo mientras tiene una relación sexual con otro hombre (Steve Buscemi). Una vez más, si no me equivoco, en la novela Dean rechazaba la oferta.

La homosexualidad es todavía más explícita gracias al personaje de Carlo Marx, alter ego de Allen Ginsberg, interpretado óptimamente por Tom Sturridge: el joven es, de hecho visiblemente enamorado de Dean, con el que tiene un vínculo especial de amistad, y es en cambio el "rival" de Marylou. "On The Road" no tiene "miedo" de mostrar el uso de drogas, de mostrar escenas de sexo y a una generosa Kristen Stewart, que se ve bien en su papel de bella y consumada : pero, al igual que con la temática homosexual, parece "retenerse" en el punto donde la película realmente podría incendiarse y convertirse realmente rebelde. Confirnación que, aunque si no cae en una road movie para teenagers, Salles tiene en mente un público mainstream. Aquí tampoco existe algo de particularmente equivocado en el enfoque del autor, que consigue dosificar el uso de la voz en off de Sal/Kerouac sin que se convierta demasiado invasiva, el riesgo que un libro como el del escritor estadounidense prometía con seguridad. Pero esto no es suficiente para hacer de "On The Road" una película emocionante, o incluso solamente coherente.

La "magia" de "On The Road" en la gran pantalla se detiene allí, en su bella y profesional confección, hecha de maravillosos y espectaculares paisajes americanos, fotografiados con rara perfección y colores excelentes por Éric Gautier, director de la fotografía de la extraordinaria "Into The Wild", que a muchos recordará en algunos momentos visionando la película de Salles. También hay un montaje cuidado, por no mencionar el sonoro, y una admirable selección musical (del óptimo jazz, al igual que en el libro por otra parte). Sin embargo "On The Road" permanece opaca, si no incluso mecánica en su desarrollo, y francamente resulta un poco aburrida. ¿A quién va dirigida, en definitiva, una película como ésta?. Los fans del libro, aquellos puristas desnudos y crudos, objetarán a priori, mientras que otros se encontrarán en una concentración de episodios de los que no sabrán que hacer con ellos. Esto es, simplemente, el punto, y es el más común de todos: Verdaderamente, "On The Road" es una novela infilmable. ¿Queríamos una confirmación? La acabamos de tener.

Tal vez debería haber sido oportuno "inspirarse" y contar una historia nueva, sin crear demasiados problemas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta el coraje y la locura de Salles en afrontar una hazaña dificilísima, el resultado, tal vez, es el único que se puede sacar de un libro como éste: Seamos realistas, a menos que dentro de unos años no llegue otro "loco" a tratar de sorprendernos. Del "On The Road" de Salles me recordaré pocas cosas, la primera que me pasa por la mente es la grande prueba de actor de Garrett Hedlund : fascinante, tierno ("Sal, i love you as ever”), físico y sensual, un perfecto Dean Moriarty, capaz de ser creíble en todos los matices de su particular personaje. Personaje que se encuentra en una película que busca desesperadamente un alma y una razón para latir de vida propia, pero que lamentablemente no encuentra..

Valoración : 5 / 10

 

En dos palabras : Inerte, a veces soporífera, sufrida y atormentada, la película no consigue expresarse de la mejor manera, regalando poquísimos momentos emotivos en los que se funde con las palabras, susurradas a media voz fuera de campo, de su (a veces incomprendido) autor, demostrando que el recorrido como el de "On The Road", tan simbólico y corrosivo, hecho de inestables equilibrios de plenitud y vacuidad de la mente, es casi imposible expresar de manera impecable en una película. Oportunidad fallida.

octubre 08, 2012

Película del día...

De Rouille Et D’Os (Rust And Bone) - Jacques Audiard , 2012

Lidiar con una película de Jacques Audiard es como subir voluntariamente sobre un ring, consciente y preparado para absorber una andanada de golpes bajos que fracturan y regeneran. Así había ocurrido con su película anterior, "Un Prophète", quien escribe la había elegido como la mejor película de 2009 sin duda alguna. Con aquella obra, el director había ganado el Grand prix en Cannes y una nominación al Oscar a la mejor película extranjera. A tres años de distancia de aquella original y maravillosa pieza de prision movie, Audiard regresa a la dirección con su último trabajo, "De Rouille et d'Os".

Basada en la recopilación homónima de relatos cortos del canadiense Craig Davidson, la película narra el encuentro casual de dos personas que han perdido o perderán todo brevemente. Ali (Matthias Schoenaerts) se encuentra en la calle con su hijo, y va de la hermana que no ve desde hace años. Se trata de un padre que no sabe hacer el padre, un hombre fundamentalmente bueno, pero que ha siempre vivido su vida de forma desordenada y al día a día, a momentos con disparos de violencias preocupante. Stéphanie (Marion Cotillard) es una chica hermosa, vive con su novio, pero su historia no funciona más. Sabe de ser fascinante, y encuentra Ali en un club nocturno, donde ha ido para ligar o tal vez simplemente para ser apreciada como mujer. Es una entrenadora de orcas en un parque acuático : un día un grave accidente la deja sin piernas. Todo cambia, tanto para ella como para Ali...

"De Rouille et d'Os" comienza con imágenes que nos introducen en el entrelazamiento dicotómico entre la vida de Ali y aquella de Stéphanie: por un lado imágenes líquidas, oníricas, destellos de viodeoarte en la piscina, y luego escenas sincopadas, metálicas, un viaje en tren, la comida recogida, la llegada donde la hermana en la nueva ciudad. La historia que se desarrolla es complaciente con cierto cine de autor europeo con el que Audiard siempre ha coqueteado aunque si escondiéndose en las tramas del noir, una narrativa que se complica por accidentes, como el encuentro fortuito entre los dos protagonistas, con Ali como un escolta que rescata a Stéphanie, que ha ido allí "vestida como una puta". Los caminos que se cruzan están formados por materiales diferentes, aunque si ambos están fascinados por sus antípodas, ya que son como vectores que se mueven en dimensiones paralelas, en direcciones opuestas : Ali llena su espacio, desahoga sus instintos (comida y sexo in primis), su superficialidad hace que sea una fuerza natural, mientras Stéphanie está siempre en inmersión, atraída por aquella potencia animal y sin embargo armónica (las orcas que entrena) que también puede destruirla. El primero va de frente por su camino, hacia nuevos horizontes en los cuales extrae los mismos mecanismos de autodefensa, la segunda siempre trata de levantarse, reemerger verticalmente.

La pérdida de las piernas de Stéphanie, el corte seco con una parte del cuerpo que de arma para exteriorizar sí misma se convierte en una jaula que la aprisiona, hace evidenciar el camino espiritual que el director francés pone en escena empezando por datos corpóreos y matéricos : el cuerpo fragmentado de Stéphanie y el cuerpo tónico, macizo de Ali, la primera que quiere volver a ponerse en pie, el segundo acostumbrado a mantener la guardia en alto, a golpear para derribar a su adversario. Dos luchadores que aman la adrenalina, gobernando un coloso de la naturaleza (la orca) o arriesgando los huesos por una pelea, hasta que sólo uno permanezca en pie. Su encuentro emana también una carga erótica salvaje : y el sexo es feroz, una necesidad física, un desahogo hormonal para Ali, mientras que para Stéphanie se convierte en un test para ver si todavía puede ser "normal" y sobre todo mujer. Pero la "fisicalidad" está también en las relaciones entre los personajes, sobre todo en la forma en que Ali se relaciona con las personas que lo rodean. Para empezar, es física la relación que tiene consigo mismo y con su vida, una relación hecha de rabia y agresión reprimida, en donde dará rienda suelta luchando en los encuentros clandestinas de boxeo. Es física la relación de Ali con el pequeño Sam, con el cual el hombre no consigue comunicar si no es por las malas (no es exactamente un padre amoroso, precisamente). Y es física su relacióncon Stéphanie, desde el primer encuentro.

Audiard es habílisimo en el representar dos personalidades verosímiles y con las que se entra en empatía en poquísimo tiempo. Personajes complejos, grandiosos, reales, que viven seriamente gracias a una Marion Cotillard espléndida, fragilísima y sin embargo dura al mismo tiempo, siempre a un paso de romperse en un millón de pequeños pedazos, demostrando de ser no sólo la nueva diva europea, sino también una grandísima actriz, llenando de luz la pantalla, con una sonrisa delicada, apenas mostrada, a pesar de que el accidente la deje sin piernas (trabajo excelente del computer graphics ) y sobre todo a la fuerza ciega, los músculos siempre tensos, la inexpresividad y la cruel e hipnótica atrocidad de la carne torturada de un soberbio Matthias Schoenaerts, el actor belga trabaja de cuerpo y esculpe su Ali de manera sorprendente, con su magnetismo natural, transmite una sensibilidad ingenua en las primeras secuencias junto a la devastada Stéphanie, demostrando ser cuidadoso en no tratarla como una discapacitada irrecuperable, exactamente aquello que la protagonista  no quiere ser. Dos interpretaciones en estado de gracia, que conquistan rápidamente mi corazón de espectador.

La escena en la que la ex-entrenadora de orcas prueba, desde una silla de ruedas, aquellos movimientos fatales con la melodía de "Firework" de Katy Perry (aquí se encontrará el mejor uso de siempre de esta canción) es un recorrer de la mirada hacia las extremidades (brazos) que se extienden hacia el cielo, hacia lo alto, gestos fuertes y seguros en un cuerpo mutilado que tiene que encontrar el equilibrio interior. Equilibrio que al final madurará incluso en su compañero de viaje en la vibrante escena del rescate de su hijo del lago helado, donde los huesos de las manos se comprimen sobre el hielo frío y la sangre es la única pista que mancha y sacude el candor de su inconsciencia. Siempre hay algo a punto de explotar en las películas de Jacques Audiard, un gesto, un detalle, una frase. Como si la cámara captase, es más aspirase, todo aquello que tiene delante y como si no filtrase todo el impulso emocional que sienten sus personajes en ese momento. Desde el estratosférico final de "Un Prophète", "De Rouille et d'Os" retoma aquella gestualidad de nuevos renacimientos, de los cuales esta película está llena. Búsquedas de aire contaminado por frecuentes fragmentos sonoros, de luz que filtra de repente por las rendijas de los lugares y suspende un melodrama que irradia brutalidad, rabia, desilusión y ternura. A pesar de las tantas lágrimas de Marion Cotillard, el tono melodramático nunca coge ventaja.

Jacques Audiard nos regala una obra compacta, densa, difícil y hostil, amable y dulce, que nos mantiene pegados a la butaca desde las primeras secuencias. En su manera, un himno a la vida, cuyos bloques de partida residen, sin embargo, en el infierno. Y a partir desde aquí que el espectador debe remontar este camino, peldaño tras peldaño, paso a paso, a través de los callejones sin salida de una obra dura, que suelta golpes dobles al corazón y al estómago, entre óxido y huesos. Aquel óxido que es el espíritu corroído, ácido, rabioso de Ali, pero también la oxidación que parece no atacar las piernas metálicas de Stéphanie. Aquellos huesos que son las piernas quebradas de ella, así como las fracturas insaldables de la mano de él que, llegadas al final, apretará con sincero e renacido amor paternal la pequeña mano de su hijo. Pero además de los dos componentes del título, también hay sangre y asfalto, dientes rotos y fracturas, besos y caricias, sudor y amor. Audiard no se rinde, ni se detiene nunca, e imperturbable mantiene el pulso firme y asesta decidido continuos giros argumentales que nos hacen suspirar. A nivel técnico, son poéticos los recurrentes slow motion, seductoras y oscuras las imágenes subacuáticas, encantadoras y fascinantes las composiciones de Alexandre Desplat como la melancólica voz de Bon Iver, y simplemente de amar la deslumbrante fotografía a contrasol de Stéphane Fontaine.

Audiard trabajando en las trayectorias corpóreas de los dos protagonistas realiza una película intensa, gobernada indudablemente por fuertes desequilibrios, que arriesga pero que no cae nunca en lo patético. "De Rouille et d'Os" atrapa al espectador y, más que declarar, hace trasudar las emociones de los cuerpos de los protagonistas. El directo francés confirma como su intensa mirada, que se posa sobre personajes borderline, sea capaz de emocionar sinceramente. Ha llegado la hora de decir, después de visionar su última obra, que Jacques Audiard es sin duda alguna uno de los mejores autores europeos de su generación, un maestro. El suyo es un cine peculiar, inconfundible, un cine corporal, físico, táctil, que escapa naturalmente de cualquier abstracción, cerebralidad y apremio psicologista, y se ancla, se hunde, en la evidencia de las cosas, de las personas, de los acontecimientos, de aquello que puedes ver, tocar, oler, morder... como también herir. Cine matérico, incluso cuando habla de almas y de aquello que llamamos perezosamente sentimiento. En una sola palabra, cine maravilloso!.

 Valoración : 9 / 10

 

En dos palabras : Jacques Audiard narra la historia de amor de dos personas normales que se encuentran, se compenetran y se entiende al instante. No hay ninguna piedad, ninguna sentencia, sólo debida empatía. Donde las personas marcadas en el cuerpo y en el alma buscan y encuentran un sentido para (re)comenzar a vivir, tal vez incluso una vida completamente nueva : con conciencia de uno mismo y de los demás. En este sentido, "De Rouille et d'Os" da escalofríos. Lo hace rápidamente, con la dedicación de la película a Claude Miller. Puedo decir en voz alta que el suyo es, sin duda alguna, el mejor cine francés de hoy en día.

octubre 04, 2012

Película del día...

Reality - Matteo Garrone , 2012

Volver a dirigir una película después de un trabajo tan aclamado internacionalmente como "Gomorra" debe haber sido una hazaña sumamente difícil para Matteo Garrone. El director ha decidido sabiamente contar una historia más contenida y lineal, aunque si confeccionada con un estilo suntuoso y lleno de ideas que van más allá de la superficie. En resumen, la idea de hacer una película pequeña ha desembocado después en una película que de pequeño no tiene nada. Luciano transcurre sus días entre la familia y la vida de pescador, para redondear el presupuesto familiar, realiza algunas pequeñas estafas junto con su esposa Maria. Su mayor sueño, sin embargo, es entrar en el mundo de la televisión participando en Gran Hermano, aprovechando de esta manera la oportunidad de ofrecer un futuro mejor a sus seres queridos y, finalmente, satisfacer sus deseos de notoriedad. Cuando de pasión, la idea de popularidad se convierte en obsesión, Luciano empieza a desprenderse de la realidad con consecuencias inimaginables...

Matteo Garrone habla de "fábula", sustantivo que se adapta a la película desde el primer fotograma. "Reality" comienza, en efecto, con una vista aérea, una planosecuecia elaborado y espectacular que pone sobre la mesa toda la maestría del director (uno de los pocos realizadores italianos, hoy en día, que sepa contar algo con tan sólo la fuerza de las imágenes). La cámara le sigue, acompañado por la música onírica de Alexandre Desplat, y gracias a su trayecto se infiltra en una boda super kitsch napolitana. Invitado de excepción, en este conjunto grotesco de máscaras y horrores, es Enzo "famoso" por haber estado en la casa de Gran Hermano por 116 días. Es acogido como un héroe, y será acogido así cada vez que aparecerá en escena. Se convertirá (de mala gana, tal vez él piensa que sea un acosador, quizás) en el "mentor" de Luciano, que hace una audición para el casting del reality casi por accidente, sólo para complacer a sus hijas apasionadas del programa. Lástima que, a pesar de muchas "señales" y óptimas premisas - tales como tener una historia de "fuerte" impacto por detrás - el programa comienze y nadie le llama. Incluso cuando son anunciados nuevos concursantes de hacer entrar a programa ya iniciado ...

El refrán dice que el tonto mira el dedo cuando se señala la luna. En "Reality" parece casi lo contrario. Parece casi que el director se burle de quien, tonto, mira la luna representada por la llamada a Gran Hermano, cuando deberíamos mirar todo lo que rodea e incluye aquella sirena mediática y cinematográfica. Incluyendo su cara oculta. Para entender una película intensa y compleja como "Reality" es necesario hacer el esfuerzo de desnudarse de prejuicios y tener el placer de desviar la mirada de lo obvio: al igual que más de una vez lo hace el director a través de su cámara. Luciano, interpretado por un grande Aniello Arena (actor de la "Compagnia della Fortezza" - uno de los primeros proyectos de teatro en una cárcel en Italia - que comenzó su carrera en el centro de detención de Volterra en 2001), es obsesionado por una idea: ser capaz de participar realmente en Gran Hermano. Pero una idea lleva a otra idea, y luego a otra, y si uno se ilusiona es difícil volver atrás y aceptar la realidad, e incluso si se intenta aceptarla el televisor permanece encendido y el programa continúa... En pocas palabras: "Reality" reelabora y describe de forma lograda la mise en abyme de una persona que se convierte en una metáfora de todo un país. Lo hace con gran estilo, y con una dirección a menudo valiente, internacional pero personalísima, con una mención especial al sonoro.

Fácil para Garrone, declarar que desea hacer metáforas fáciles, y que cada uno puede sacar sus propias conclusiones, no tendría sentido dejar escapar todo a los cuatro vientos, dado que el discurso ya es bastante "claro" por sí mismo, aunque quizás no todos lo han captado. Estamos tan acostumbrados a los reality show que miramos sólo el discurso más superficial, en este caso el de la película, olvidándonos de analizarlo en un contexto más amplio, más inquietante y amenazador. Que en la película regrese Ciro, el muchacho de "Gomorra" ( el que soñaba una carrerra criminal a la Tony Montana), que ha formado parte de un reality show!, me parece una idea brillante entre otras cosas. Luminosa y deslumbrante a pesar de los tonos audaces, sobre todo en la primera parte ideal, "Reality" muestra al público un ruidoso como onírico manifiesto de vida sobre el fondo de una ciudad como Nápoles del sabor neorrealista, hecha de imágenes y situaciones capaces de fundir la dificultad emocional de su protagonista con la crisis de valores, cáncer de la sociedad moderna incapaz de renacer de sí misma prefiriendo, en cambio, la mentira endulzada de falsos mitos de éxito regalados día a día por el bombardeo mediático de la pequeña pantalla.

Respaldada por la música del ya mencionado Alexandre Desplat, en perfecta sintonía con el ambiente de fábula que acompaña Luciano en su viaje hacia el abismo moral que lo está rápidamente absorviendo, la película de Matteo Garrone interrumpe completamente las fáciles acusaciones con las cuales poder apuntar al mundo del reality show optando por centrar toda la atención en el viaje psicológico de su protagonista. Es exactamente esto el verdadero reality, desde los momentos de la vida vivida junto a su bulliciosa familia que lo empuja hacia el gran sueño que podría cambiarle definitivamente la vida, hasta la búsuqeda del sueño dorado destinado a nunca llegar, con una completa como inexorable superposición de las dos realidades que le llevan a transportar en cotidianidad la idea de la casa de paredes de espejos, rodeada de cámaras imaginarias listas a arrebatar cada gesto individual. Ya no existe la frontera entre realidad y ficción, donde todo el mundo puede esconderse detrás de las máscaras de bienestar a pesar de la profunda pobreza que les rodea, en su lugar se encuentra aquella material descrita por los vestidos de fiesta de la boda en apertura, inmediatamente sustituidas por las imágenes en ruinas de la vida familiar, y aquella emocional de personas que arriesgan el todo por nada, abandonando una apariencia de seguridad económica en función de una hipotética como malsana riqueza.

Fábula, sátira, cine de los cuerpos y de lo grotesco. Todo bien, todo justo. Pero también un horror que ríe en manera despiadada e inquieta de su mundo, y por esto resulta inalcanzable. Hablada en un napolitano cerradísimo, con algunos momentos incluso fuera de lugar (Luciano, que es pillado por María en el trastero haciendo finta de estar dentro del confesionario de GH), "Reality" es una película que debe ser depositada después de la visión, porque tiene que laborar. De lo contrario es posible que se pierda el discurso sobre la fe y sobre las señales, que no falta, y que merecería una profundización, incluso después de un segundo visionado: confirmando que la película es más compleja de lo que uno pueda pensar. Aquel de "Reality" es un país donde la gente ha renunciado a ser "honesta" porque ahora es así, un país donde una buena palabra se encuentra siempre, donde un grillo también podría ser una cámara-espía, ¿por qué no?. Un país que ha renunciado a mirarse dentro seriamente, a pesar de la crisis, el berlusconismo, y todos los debates y las palabras, palabras, palabras. Perdiendo de esta manera, irremediablemente, su identidad, (auto)soterrada en un mundo de ficción, que posee el único "valor" de cubrir toda la podredumbre que hay debajo. "Never give up", es el lema de Enzo: y esto sí, que es pura sátira.

Valoración : 7.5 / 10


En dos palabras : Con "Reality", Matteo Garrone regresa a la pantalla grande después de cuatro años del éxito inconmensurable obtenido con "Gomorra"; pero esta vez, el director romano cambia totalmente registro basándose en una comedia del regusto amargo ambientada en los suburbios de Nápoles. Nada de Camorra, ni armas o boss traspasan de la película, premiada con el Grand Prix en el último Festival de Cannes, sólo sueños y necesidades de la sociedad culturalmente más pobre, deslumbrada por el brillo de la TV y por la sombra del éxito, motor y ruina del alma ingenua de su protagonista.

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