octubre 31, 2011

Película del día...

Jane Eyre - Cary Fukunaga , 2011

Jane Eyre huye de Thornfield Hall, una finca enorme y aislada en la que trabaja como institutriz de Adèle Varens, cuyo tutor es el opresivo dueño, Edward Rochester. La majestuosa mansión - y el carácter autoritario de Rochester - han puesto a dura prueba su resistencia. Jane no tiene ningún lugar a donde ir y es acogida por el pastor St. John Rivers y sus hermanas. En Moor House, la residencia de los Rivers, Jane inicia a vivir el presente, pero revive en su mente los tumultuosos acontecimientos que la llevaron a escapar, preguntándose si el pasado ha quedado realmente en el olvido.

Con los años, junto con otros clásicos como "Pride and Prejudice" y "Wuthering Heights", la famosa novela de Charlotte Brontë ha sido llevada a las pantallas cinemátograficas y televisivas decenas de veces. La adaptación en 1996 firmada por Franco Zeffirelli - elegante y fastuosa, un poco demasiado manierista e impersonal - es probablemente la que todos recordamos mejor. Esta nueva apasionada versión, realizada por Cary Fukunaga (director ya apreciado de la óptima "Sin Nombre") se sirve del óptimo guión de Moira Buffini, que logra la difícil hazaña de reducir sin desnaturalizar la obra de la novelista inglesa, permaneciendo fiel a la escritura, destacando especialmente la aspectos oscuros y góticos de la historia, más allá de la novela de formación y de la historia de amor atormentado entre la joven institutriz y Mr. Rochester.

A diferencia de sus predecesoras, el director elige contar la historia narrada por Charlotte sin seguir la cronología exacta de los acontecimientos. La película comienza con Jane Eyre que, turbada, deja la aislada y lúgubre mansión de Mr. Rochester y escapa sileciosamente hacia el páramo. Luego, a través de una serie de flashbacks, nos damos cuenta del pasado y de la lamentable infancia de la protagonista, de su llegada a Thornfield Hall, y del florecimiento de ese sentimiento que la ata indisolublemente al misterioso dueño de la mansión. Es un mantra afirmar que la dificultad de la transposición de las imágenes en un texto literario es directamente proporcional a su estratificación, a la multiplicidad de sus niveles de lectura, a los matices que a través de miles de adjetivos alcanzan la mente del lector para poder multiplicarse en su imaginación. Jane Eyre, por su parte, es sin duda alguna un texto lleno de atmósferas y sensaciones - en algunos aspectos tan inaprensible como la Eyre (air) protagonista - que atraviesan la infancia dickensiana de Jane para después dar rienda suelta a la frustración del amor hacia el sombrío Mr. Rochester.

Cary Fukunaga ha aferrado mejor que otros la dicotomía de la novela, costantemente en vilo entre el impulso de los grandes sentimientos y la oscura incapacidad de vivirlos plenamente, a causa de indelebles traumas pasados. Y es en esta transición de la oscuridad, cuidadosamente descrita en la profundidad envolvente de la primera escena, pasando por el reflorecer a través del recuerdo de la estación del amor y el ahogarse en los hostiles recuerdos de la infancia, que Fukunaga manifesta plenamente el fluctuante estado de ánimo de la heroína del siglo XIX. Un óptimo trabajo de introspección al que se une un más que fiel (en el tiempo narrado) trabajo sobre los ambientes, el vestuario y los diálogos, capaces de transmitir perfectamente el rigor asfixiante de la época victoriana en la que el temperamento femenino tenía que ser exprimido en los corpiños y modelado en los severos chignons, ambos aptos para ocultar la hipocresía de la época.


No menos importante la valiente decisión de diversificar los dos personajes principales de las diferentes versiones vistas en pantalla: la Jane de Mia Wasikowska austera e inteligente, pero sorprendentemente vital (y bastante joven) es simplemente extraordinaria. Sobre su pálido rostro se materializa con extrema naturalidad una infinita gama de expresiones que corresponden a los tormentos, a las alegrías y a las frustraciones de Jane Eyre. Su actitud severa y moderada esconde una emotividad ferviente y encarna con facilidad el mensaje socio-político contenido en la novela original, el fuerte sentido de independencia de Jane, su espíritu indomable, su fuerte moral debido no a la intolerancia de aquella época, sino a un profundo respeto por su persona. Frente a la increíble performance de Mia Wasikovska, el talentoso Michael Fassbender nos regala también una impecable interpretación. Su Rochester es intenso, sombrío, feroz y misteriosamente irónico. Esta combinación junto con la sensible diferencia de edad entre ambos (un elemento verosimilmente perteneciente también en el libro) pone a los dos protagonistas de una manera muy realista y fascinante, haciendo todo aún más intenso. Es en este punto de vista que la relectura de Fukunaga se coloca por encima de muchas (si no todas) las precedentes versiones de "Jane Eyre", haciendo justicia a la indomable y crepuscular historia de amor salida de la pluma de Charlotte Brontë. En el excelente reparto también hay que mencionar a la ostentosa tía Reed (Sally Hawkins), al pastor St. John Rivers (Jamie Bell) y la afable (ama de casa) señora Fairfax, magistralmente interpretada por la venerable Judi Dench.

La clave de lectura elegida por Fukunaga es muy gótica. Por otra parte la novela de Charlotte Brontë entra el género "Female Gothic" muy en boga a fines del 700 y principios del 800, escrito por mujeres para mujeres,  para luchar contra su inseparable condición de "ángel del hogar". Por último, cabe resaltar la indudable atención casi viscontiana por los pequeños particulares, espléndidas las ambientaciones oscuras e inquietantes, la reconstrucción precisa de la Inglaterra victoriana a través de la gran cantidad de detalles de las impresionantes escenografías y del vestuario minucioso de Michael O’Connor. Así como también, la hermosa fotografía de Adriano Goldman y la bellísima música del grande Dario Marinelli. Más allá de la historia de una mujer valiente, "Jane Eyre"; es una exploración de las profundidades más oscuras del ser umano. El último trabajo de Cary Fukunaga, encanta y emociona, como sólo los grandes clásicos atemporales saben hacer.

Valoración : 7.5 / 10



En dos palabras : Enésima, pero audaz transposición de la eterna Jane Eyre, Cary Fukunaga demuestra ser capaz de elaborar perfectamente la complejidad de la novela y de los delicados equilibrios entre los personajes sin resultar pedante o artefacto. Tal vez la mejor adaptación lograda hasta la fecha, o mejor dicho, la más fiel al estilo de Charlotte Brontë y ciertamente capaz de superar en consistencia expresiva incluso el intento - destacable gracias (principalmente) a la presencia de la fascinante Charlotte Gainsbourg - de Franco Zeffirelli. Más que recomendable.

octubre 25, 2011

Película del día...

Melancholia - Lars Von Trier , 2011

En el fin del mundo de Lars Von Trier no existe un Dios, no existe un salvador, la naturaleza hace una limpieza cósmica danzando sobre las notas de "Tristán e Isolda"; un destino ineluctable que llega a posarse como un velo de melancolía, irracionalmente poético y emocionante. "Melancholia" es un drama más psicológico que apocalíptico, que nace de aquellos momentos oscuros y depresivos vividos por el director danés. Un viaje que se preve oscuro desde el título y desde las primeros sugestivos planos, imágenes fijas (o casi) y escenas en cámara lenta que pasan ante nuestros ojos para mostrar una vista previa de lo que será el final del viaje que estamos por emprender, en las profundidades de la mente humana y hacia un hipotético fin del mundo. Pero no os desesperéis, al menos no por ahora, porqué es en el íncipit de romántica atmósfera wagneriana y pomposa solemnidad que el controvertido director danés toma la iniciativa, entrabriendo el umbral de aquel nostálgico valle de lágrimas - invadido por una luz amarilla - en donde sumergirá la historia de dos hermanas divididas en la vida y unidas (quizá) por el destino siniestro y apocalíptico que les espera.

La nueva obra de Von Tries está dividida en dos capítulos : en el primero conocemos a Justine (una maravillosa Kirsten Dunst), mirada y sonrisa suspendida en el vacío, perdida - más que absorta - en el medio de su boda con Michael (Alexander Skarsgård), aún no familiarizado con la triste agonía de vivir de su reciente esposa. El "gran evento" ha sido organizado por la cariñosa hermana Claire (la siempre óptima Charlotte Gainsbourg) y su marido John (Kiefer Sutherland) y en donde son partícipes un variegado e inflamable grupo de familiares y conocidos (obviamente de la deprimida esposa): la lunática y venenosa madre (Charlotte Rampling), el padre despreocupado (John Hurt), el sádico jefe (Stellan Skarsgård) dispuesto a realizar sus propios intereses utilizando todos los medios posible. Nos encontramos en el clima de "Festen", es decir en esa atmósfera de excitación agridulce que impregnaba la película de Thomas Vinterberg, pero sólo durante los primeros 30 minutos porqué inevitablemente( y afortunadamente) después la película cambia dirección, dejando a la depremida Justine sola con sí misma y con su universo, incompatible con el universo pseudo-normal de los otros, pero que pronto encontrará la paz de la mente gracias a Melancholia (un planeta que esta realizando alrededor de la tierra una sugestiva como peligrosa danza de muerte).

Al contrario de su hermana Justine, Claire es la clásica mujer real, completamente a gusto y (casi) perfecta en el papel de amorosa esposa y madre. Sin embargo, será la voluntad de su amor por la vida y por su familia, el afecto (casi irracional ante los ojos de Von Trier) por las cosas terrenales, a arrojarla en la desesperación (a diferencia de su hermana que en cambio encontrará la tranquilidad de aquellas personas que no tienen nada que perder) frente a la amenaza de un posible fin del mundo. Un segundo capítulo en el que las diferentes características de las dos hermanas serán comparadas y contempladas mientras se mueven en el limbo de la espera, aferrada a una esperanza desesperada en el caso de Claire, envuelta en un "plácida" resignación en el caso di Justine. Y a medida que Melancholia avanza en su "danza de muerte" con la Tierra, las una vez unidas y ahora distantes hermanas parecen estar cada vez más cerca, al igual que (por encima de ellas) los dos planetas en curso de colisión.Y una vez más son ellas, las mujeres, chivo expiatorio y símbolo encarnado de la condenación terrestre a inmolarse en un sacrificio que tendrá un poder revelador y catártico en los propósitos de la narración.

"Melancholia" es sin lugar a dudas una película que creará la habitual, indeleble divergencia de opiniones entre aquellos que reencontraran intacta en el genio de Von Trier la representación y percepción de ese mundo sombrío que ellos mismos imaginan, y aquellos que alejaran con indignación las lóbregas tintas de esa manera de hacer cine, para bien o para mal, siempre fuertemente atravesada por rabia, injusticia, dolor y por la amarga impresión de una vida terrena invariablemente "cruel". En la liberadora e impactante "Antichrist", Von Trier hablaba sobre "el llanto de todas las cosas que están destinadas a morir". Aquí, en una forma mucho más elegante y sobria (para sus parámetros), el director retoma el discurso sobre la "extemporaneidad" de la vida, a partir del gemido de aquel llanto para mostrarnos cómo, paradójicamente, las personas deprimidas acepten el final con una calma casi sobrenatural respecto a aquellas "integradas en el mundo", aniquiladas por el temor de perder todo aquello que han construido a lo largo del tiempo. Una dinámica que él, la quintaesencia de la depresión, parece conocer muy de cerca y que en "Melancholia" asume el evidente semblante de una joven que se hunde en el barro, obstaculizada en su camino por ramificaciones filamentosas que la envuelven y no la dejan andar. Y es exactamente en esta imagen, inscrita en una historia desde el prólogo claramente melancólico que tiende a desenredarse en el epílogo, que Von Trier sublima la narración del drama humano por apoteosis, hacia aquel final en donde todos nos dirigiremos inevitablemente.

Lars Von Trier pone en la boca de Justine (su alter ego) la razón de este epílogo de manera seca, presuntuosa y terrible: “The earth is evil” y nutre su personaje con otras sentencias nihilista como "we're alone in the universe". Aceptando la visión de Von Trier podemos disfrutar de esta poética disolución del mundo y dejarnos llevar  por la emociones: por otra parte incluso la indiferente Justine llora a pocos minutos del final. Al igual que con todas las películas de Lars Von Trier, la sentencia unánime es algo inconcebible. Filtrada a través de la sensibilidad de cada espectador, "Melancholia" puede dar lugar a sentimientos increíbles o al rechazo total de aquellos que se encuentran frente a una película incomprensible, lejos de estar perfectamente terminada. Las sensaciones coexisten no sólo en "Melancholia", sino en toda la filmografía de Von Trier, pero es por esta razón que cada espectador dentro su corazón ya sabe cómo actuar, y con qué grado de discrecionalidad, frente a esta película..

No queda más que, sea cual sea la posición de cada uno, destacar absolutamente la fascinación ejercida por el director danés sobre el análisis de un mundo anárquico y muy contaminado por los impulsos negativos, junto con una dirección más original y persuasiva que se caracteriza por el uso sin escrúpulos de las luces (y no sólo), por el realismo buscado en los tantos movimientos de cámara, y por la grande capacidad de seducir en las tramas de sus películas, actores simpre de primera clase (o, por el contrario, de imaginarse para ellos papeles que calzen perfectamente). Es como una flecha peligrosa y malditamente capaz de dar en el blanco, siempre disponible en el arco impredecible del enigmático Lars Von Trier.

Valoración : 8/10


En dos palabras : Una grande ouverture sobre la música de Wagner abre la danza de la muerte de "Melancholia", una película sobre el nihilismo cósmico del director danés que ha acostumbrado a todo a su público, pero ciertamente no a la indiferencia. Una vez más, obstinados a no ceder al yugo de la muerte o hechizados por el encanto de la descabellada originalidad de Von Trier, no nos queda más que mirar desorientados la órbita irregular atravesada por "Melancholia" y luego decidir si permanecer de brazos cruzados ante tantas, innecesarias circunvoluciones o dejarse cautivar por su escepticismo aplastante.

octubre 22, 2011

Película del día...

This Must Be The Place - Paolo Sorrentino , 2011

Tras el éxito de 2008 con “Il Divo”, aplaudido y premiado en todo el mundo, el director napolitano regresa a la escena con un proyecto igualmente ambicioso: una película de alto presupuesto rodada en inglés, entre Irlanda y Estados Unidos, con un cast internacional que ve en primera fila una estrella del calibre de Sean Penn. En "This Must Be The Place" (el título es tomado de la homónima canción de los Talking Heads), el versátil actor estadounidense se mete en uno de los papeles más extraños de su carrera: el de Cheyenne, una rock-star cincuentañera que ha dejado colgada la guitarra encerrandose en un voluntario pre-pensionamento, atormentada por sentimientos de culpa por la muerte de dos jóvenes fans. La desaparición del anciano padre, con el que no tenía contacto durante casi treinta años, impulsará Cheyenne a emprender un viaje on the road a través de los Estados Unidos, donde vivirá una serie de encuentros con diferentes personajes...

Enterrado debajo de una gigante peluca negra, con una máscara de maquillaje sobre el rostro y una buena dosis de lápiz labial en los labios, el Cheyenne de Sean Penn se mueve sobre un escenario de apatía diaria, como un divo del glam-rock que, incluso después del final de su último show, se ha mantenido inextricablemente atado a su imagen pública. Con sus movimientos desacelerados, casi de autómata, y una voz cansina y en falsete que recuerda aquella de Truman Capote, Cheyenne parece ser un hombre de mediana edad que ha conservado la mirada y el alma de un niño. Acosado por una sensación de aburrimiento perpetuo que roza la depresión, atormentado por los remordimientos que no consigue superar, Cheyenne vive en un estado de soledad y de profunda insuficiencia, a pesar del sólido afecto de su esposa Jane (interpretada por una excepcional Frances McDormand), bombera dal carácter solar y pragmático, contrapuesto al del marido.

El mayor acierto de "This Must Be The Place" radica en el saber describir, con equilibrio y eficacia, un personaje un tanto arriesgado y fuera del común, como lo es el personaje interpretado por el siempre grande Sean Penn. Su forma de ser tan extraña y ajena a cada contexto refleja motivaciones iconográficas y narrativas, hace las cosas más interesantes, es una metáfora bastante clara sobre la fragilidad de ciertos sentimientos y ciertas maneras de ser (en el mundo) que (en el mundo de hoy en día) parecen bizzarras y folkloristas reliquias del pasado, acariciadas (una vez más) solamente por nuevas generaciones de outsiders. Niega estar en busca de sí mismo, Cheyenne, y probablemente, tiene razón en hacerlo. Porqué él, Peter Pan sorrentiniano, prisionero voluntario de una infancia que nunca ha abandonado, no se busca a sí mismo. Pero, encontrando al hombre cuyas huellas ha seguido a través de los Estados Unidos (un hombre con el que, de una forma totalmente no-aleatoria, condivide un apellido falso), encontrará un padre que había abandonado, y el valor de salir del túnel en el que se había encerrado cuando era un niño.

Encendiendo un cigarrillo, encontrará la manera de abandonarse al único vicio que nunca lo había atraído, porqué "los niños no se sienten atraídos por el humo": y por consiguiente de convertirse en un "adulto". Hasta legar a una última transformación que - para quien escribe - tiene el regusto amargo de una normalización no necesaria. Con su mezcla de infantilismo, inocencia y melancolía, el "clown triste" de Sean Penn será protagonista de situaciones siempre diferentes, sobre los pasos de un viejo criminal de guerra nazi al que su difunto padre había estado buscando en vano durante mucho tiempo. El tema del holocausto, sin embargo, es sólo uno de los elementos tocados por esta película anómala y fragmentaria, que presenta de forma evidente la huella de Sorrentino en el estilo de dirección, como en la narración, pero sin poseer la magnífica complejidad de una obra como "Il Divo". "This Must Be The Place" resulta un obra difícil de categorizar, que mezcla drama y humor en el interior de una estructura episódica fascinante, pero no siempre convincente.


Paolo Sorrentino escribe por primera vez junto con otro guionista... y es evidente. En "This Must Be The Place" hay una mirada más optimista y reconciliada en comparación con su espléndida filmografía anterior, los tonos cáusticos son ablandados, la amargura presente es inmediatamente suavizada. Permanecen invariadas, en cambio, las figuras estilísticas - visuales, fotográficas, musicales y sonoras - que hacen del director napolitano uno de los mejores exponentes del cine italiano y no sólo. "This Must Be the Place" es una película que posee algunos puntos altos, y es también capaz de golpear emocionalmente: sobre todo en los momentos en donde la levedad de su protagonista se transforma en contenida pero desesperada rabia. Como cuando Cheyenne grita su aflicción en la cara de un impresionado David Byrne. Pero es también una película con algunas sombras, sutiles: sobras de un (in)completamiento evanescente, impalpable y programático, de una escrupolosidad casi obsesiva, maniacal. Una ulterior demostración que incluso el más preparado y dotado cineasta, como Paolo Sorrentino, puede naufragar en presencia de las sagradas reglas que mezclan arte e industria en ese misterioso mundo paralelo llamado Hollywood.

Valoración : 6.5/10


En dos palabras : Es difícil de expresar una opinión sobre la nueva película de Paolo Sorrentino, sobre todo teniendo en cuenta la infinidad de temas que tiene el valor - y la capacidad - de llevar en pantalla. Y a partir de este impulso irresistible de mostrar todo lo posible para poder sorprender al espectador, pueden venir algunas preocupaciones acerca de la consistencia y la calidad de la historia narrativa en sí. "This Must Be The Place" desea ser una película sobre la historia, la familia y el crecimiento, un objetivo ciertamente ambicioso, pero no plenamente centrado.

octubre 17, 2011

Película del día...

Tomboy - Céline Sciamma , 2011

Laure tiene 10 años y acaba de mudarse, junto con sus padres y su hermanita Jeanne, a un nuevo barrio de París. Un poco por diversión y un poco para realizar un sueño secreto Laure decide de presentarse a sus nuevos amigos como un niño de nombre Mickael. En este nuevo rol es plenamente aceptado por el grupo. Pero el verano está por terminar, dentro de poco comenzará la escuela y el juego del disfrazarse poco a poco se volverá cada vez más complicado... Con el uso de la cámara al hombro, Céline Sciamma deja caer a su público en un ambiente profundamente intenso. Lo hace dulcemente, con un toque materno dirigido a la protección, pero también con una poesía implícita en cada instante de la obra, emocionando incesantemente al espectador. La segunda película de la talentosa realizadora francesa se impone por su extraordinaria simplicidad y por una naturalidad absoluta que desconcierta e implica al espectador.

La cineasta francésa consigue desentrañar, las personalidades de los personajes sin dejar nada al azar. En efecto, a pesar de la profunda intensidad de las situaciones, aquello que prepotentemente sobresale es exactamente la descripción y el estudio de las personalidades de los personajes. Los primeros planos muestran una brisa que acaricia los cabellos rubios y cortos de la protagonista, Laure (interpretata por Zoé Héran), llevandote a hacer una cierta analogía entre la acción invisible, y sin embargo reconocible, del viento y el toque estilístico transparente de la joven realizadora (31 años aún por cumplir), que acompaña de una manera no invasiva ni didascálica la historia, dejando germinar la impresión de que la vida de los personajes se cuente por sí sola. En el nombre del minimalismo el esbozo de las relaciones familiares, de la vida de barrio, de los sentimientos que unen a los diferentes protagonistas de la historia; así como los diálogos son dosificados con sabiduría, cotidianos y verosímiles, con algunos parpadeos brillantes y/o cómicos, pero desprovistos de tonos encendidos y de fuetes contrastes.

El estilo, como el fondo blanco para un dibujo a carboncillo, deja que la historia sobresalga y que el espectador tenga la oportunidad de reflexionar sobre la complejidad de los temas tratados: en particular sobre el desarrollo de la identidad de género en el curso de la infancia y de la pre-adolescencia, sobre equilibrios familiares y amistosos y sobre la necesidad de pintarse una máscara para ser uno mismo. Con delicada audacia la tilde es puesta sobre las naturales inclinaciones sexuales de los niños, que entran plenamente en el juego y en el experimento de sí mismo, por lo menos hasta que la estructura social no recaiga sobre ellos, cubriendo de sentimiento de culpa, los comportamientos adoptados con la más completa inocencia de los instintos. El dilema que la protagonista vive respecto a su propia identidad, se divide entre lo que su cuerpo le impone de ser y el irrefrenable deseo de su mente que desea lo contrario, sin caer jamás en una excesiva dramatización de las situaciones. Los diálogos son reducidos al mínimo porqué la fotografía maravillosa llena la pantalla y los intensos primeros planos colman de pensamientos y reflexiones lo no dicho. El mismo descubrimiento de la verdadera sexualidad de la protagonista no resulta necesario, porqué el punto es sobre un tema mucho más importante, la autoconsciencia de sí mismo, la libre expresión del individuo, más allá del propio cuerpo.

Céline Sciamma deja tanto espacio a la intensidad y la expresividad de los rostros. Los micromovimientos de las facciones, caracterizados por una conmovedora belleza, nos hablan de esperanza, angustia, alegría, miedo, sensualidad, haciendonos entender cómo las palabras son innecesarias. Por lo tanto, no es tan sólo una película sobre la infancia, una edad que muchos creen destinada a la inocencia, pero en realidad cargada de sensualidad y emociones ambiguas, sino más bien sobre la identidad, en particular sobre la formación y la afirmación del “yo” más profundo en una de las más sensibles estaciones de la vida. La realizadora francesa juega rápidamente con la identidad ambigua de la protagonista: con el cabello cortísimo y con sus vestidos "poco" femeninos, haciendo que espectador encuentre un poco de dificultad en reconocerla como una niña.

Además la realizadora consigue enmarcar perfectamente la sintonía y complicidad que nace entre las dos hermanas. La relación entre Laure y la pequeña Jeanne, es impreganada por un afecto incondicional, conmueve por su completa pureza de sentimientos. Los pequeños intérpretes son extraordinarios, en especial la protagonista Zoè Héran y su hermana cinematográfica Malonn Lévana. Las suyas son actuaciones naturales, sencillas y divertidas, capaces de expresar sin ningún tipo de falsedad o caricatura una edad, la infancia, fundamental para la formación del ser humano. "Tomboy" es un manifiesto realista di experimentación identidaria, que no se avergüenza de celebrar la búsqueda y la curiosidad que cada adolescente (o pre-adolescente) por naturaleza cultiva en la creación de la propia adultez. Y cualquier tipo de instrumentalización sexual – o peor aún, antisexual – de esta película sería un insulto a la belleza y la potencia del cine infantil.

Valoración : 8/10


En dos palabras : Céline Sciamma con delicadeza y autenticidad aborda el mundo difícil y complejo de los pre-adolescentes, y sin juzgarlos o criticarlos, los fotografía en un contexto poético, encantado, como debería ser la infancia. "Tomboy" es una mirada, más o menos maliciosa sobre la vida secreta de estos niños que juegan en el patio trasero de un edificio, una película sobre la búsqueda de la propia identidad. Un film solar (no obstante el fuerte subtexto) come un "Principito" - femenino - de la era moderna. Más que recomendable.

octubre 11, 2011

Película del día...

Restless - Gus Van Sant - 2011

Enoch es un adolescente que ha perdido a sus padres en un accidente y no ha podido asistir a su funeral porqué se encontraba en coma. Al despertar nada ha vuelto a ser como antes. La rabia y la frustración han hecho de él un joven en fuga de todo y de todos, que transcurre sus días infiltrandose en funerales de desconocidos (en el tentativo de sanar el dolor por non haber partecipado al de sus padres) y hablando y jugando a batalla naval con el amigo Hiroshi, fantasma de un joven kamikaze muerto durante la Segunda Guerra Mundial. Su vida gira, por lo tanto, tristemente en torno al acontecimiento de la muerte, hasta que un día encuentra (precisamente en un funeral - una sonrisa y todo se convierte en pura magia) Annabel, tan dulce y solar (fascinada por darwin y por la vitalidad de la naturaleza) como cercana al final, condenada por un tumor cerebral que no deja lugar a la esperanza. Su encuentro será terapéutico para Enoch (que volverá a disfrutar de la existencia terrenal) y una dulce despedida a la vida para Annabel, y su breve pero intensa historia cambiará el latente grito de dolor en un grito de amor a la vida...

Desde los protagonistas psicodélicos de "My Own Private Idaho" a aquellos atormentados de "Paranoid Park", Gus Van Sant ha sido siempre capaz de representar, como pocos, el mundo inquieto y melancólico de la edad joven, junto con el de de las vidas al margen de la sociedad, dominada por la dificultad de vivir dentro de su propia diversidad, extrayendo pensamientos y maneras que en sus excéntricos excesos han dado vida a personajes más excepcionales que raros, como Will Hunting o Harvey Milk. En su último trabajo Van Sant abandona (en parte) la rapsodia narrativa de la mayoría de sus obras subversivas para lanzarse en cuerpo y alma en una relectura "compuesta" explícitamente de amor trágico, que a su vez ha sido siempre objeto de gran interés literario y cinematográfico. Una clásica historia de amor fatalmente interrumpida por los obstáculos circunstanciales del destino, pero esta vez atravesada por una ligereza fuera de lo común, y encuadrada en el cuadro otoñal de un sentimento destinado a durar poco y por lo tanto aún más (des)encantado, cristalizada en la extemporánea armonía de dos almas solitarias en la búsqueda de un motivo para volver a vivir (o morir serenamente). La última película de Van Sant relee el drama sentimental con una insólita clave de optimismo melancólico, otorgando a sus dos adolescentes "especiales" una naturaleza casi divina.


"Restless" (basada en la obra teatral de Jason Lew) profundiza una atmósfera menos grotesca y más existencialista como la espléndida complicidad dark de la pareja "Harold and Maude" (la historia de amor imposible por excelencia del séptimo arte) de Hal Ashby. Ellos, como los protagonistas de la película de Van Sant, se conocieron en un funeral. Ellos, también, se encontraban unidos por un cariño especial que iba en contra de todos los cánones y posibilidades. Ellos, tambien, parecían "muertos" en vida. Y ellos, también, permanecian unidos por el tema de la muerte que rodeaba sus vidas (Harold planificaba suicidios, Enoch los roza solamente, pero tiene como único amigo a un muerto), en la película de Van Sant a hacer la diferencia es la "coetanidad" de los protagonistas y el trágico destino - ya escrito - de Annabel que hará que el amor entre los dos jovenes, melancólicamente asociado a la fugacidad de aquella estación otoñal en donde se consumirá (inevitablemente), un consciente pero alegre canto del cisne. 

Un acercamiento puro y cautivador con el cual Gus Van Sant se propone exorcizar el fantasma de la muerte (como máscaras durante la noche de Halloween o siluetas dibujadas en el asfalto), elaborar el duelo a través de un himno a la vida que encuentra la expresión correcta en dos protagonistas en estado de gracia: el debutante, pero notable Henry Hopper (hijo del fallecido Dennis) en el papel del inquieto Enoch y la ya conocidísima y maravillosa Mia Wasikowska (belleza etérea encerrada en un cuerpo extraordinariamente delicado y vital) en el papel de la frágil Annabel. Los jóvenes de Van Sant son frágiles y sensibles, inquietante y tranquilizadores al mismo tiempo, conscientes de la caducidad de sus cuerpos mortales pero dispuestos a vivir un amor utópico que sueña con estar por encima del espacio y del tiempo. 


La forma en que el director describe estos dos adolescentes es tan elegante y poética de hacerles parecer dos criaturas semi-divinas, por razones diferentes ambos son capaces de entender completamente la compleja e inestable relación entre Eros y Tánatos, y por lo tanto, extraordinariamente capaces de emanciparse (solo Enoch en un acceso de "mortalidad" sufrirá la presión de la desesperación) del sentimiento de angustia humana que constantemente persigue y atormenta principalmente a los que permanece en este mundo. Van Sant pone en escena una historia trágica desvinculandose por lo tanto del clásico recorrido del dolor que la misma implica, concentrándose en cambio en el tema de la aceptación del destino, en la belleza de lo cotidiano, en el sueño de un adiós a una vida llena de alegría; un acoplamiento cinematográfico en donde vida y muerte se funden en un único gesto de complicidad humana.

El último trabajo de Gus Van Sant, por consiguiente, no es tan sólo un himno a la alegría de los sentimientos más puros, a la tragedia de algunas situaciones difíciles que la vida nos pone delante, y a las cuales debemos responder siempre con gran coraje, es también un retorno nostálgico a los inolvidables años 70 y a la atmósfera característica de la Nouvelle Vague. Una mención especial va a la fotografía, capaz de acentuar la belleza de la ciudad de Portland, donde la película ha sido rodada, a la tierna y melancólica banda sonora de Danny Elfman, y a la intensa "The Fairest Of The Seasons" de la grandísima Nico... "Restless" es tal vez la película más poética y delicada de Gus Van Sant, que consigue asomarse sobre los dos más grandes - y aún no metabolizados - tabúes de la sociedad occidental, la enfermedad y la muerte, desde la ventana de una conmovedora (y quizás un poco lúgubre) historia de amor, sin inclinarse demasiado y sin olvidar jamás el vacìo inmenso – metafísico y emocional - que existe debajo de ella.



En dos palabras : En el marco otoñal de Portland, Gus Van Sant realiza una obra desprovista de la pátina dramática típica de las películas de género, calcando en cambio los tonos ligeros y divertidos de "Harold and Maude", en donde los protagonistas de "Restless" se reflejan profundamente. Una película conmovedora sin lágrimas, dramática sin gritos, en donde todo el dolor es transformado en madura - y a veces alegre - aceptación de sí mismo y del propio destino, gracias también a la excelente prueba de dos maravillosos actores : Mia Wasikowska y Henry Hopper. Absolutamente recomendable.

octubre 08, 2011

Película del día...

A Dangerous Method - David Cronenberg , 2011

El espectro de la guerra se encuentra a las puertas de Zúrich y Viena, y sobre este escenario se entrelazan las historias y las vidas de dos figuras históricas y fundamentales para el nacimiento del psicoanálisis. Carl Gustav Jung utiliza el método de Sigmund Freud para curar Sabina Spielrein, una joven histérica rusa de la cual se enamora. Impresionado con los resultados obtenidos por Jung, Freud lo nombra su sucesor, pero cuando Jung desarrolla sus teorías personales, sus caminos divergen… Tarde o temprano tenía que llegar una película en la filmografía de David Cronenberg que aborde de frente el psicoanálisis. La temática siempre ha sido central en el cine del genio canadiense, y surgía de forma espontánea en todos los razonamientos que Cronenberg nos ha siempre invitado a hacer con sus respectivas obras. Que "A Dangerous Method" llegue después de dos películas como "A History of Violence" y "Eastern Promises" es sólo la continuación natural del recorrido tomado por el autor. O tal vez el homenaje más respetuoso y sincero que el director ha deseado hacer al núcleo de su poética.

Cronenberg siempre ha querido profundizar en la materia, en la carne, en nuestras formas de comunicar, en las relaciones, en el alma de las naciones. Excavar en el hombre, y por consiguiente en su inconsciente, sacando la parte más "verdadera": nuestra violencia, nuestros miedos, nuestras obsesiones, nuestras morbosidades y nuestros demonios. Lo hacía en los tiempos de sus "b-movie" ("Shivers", "Rabid", "The Brood"), y ha continuado a hacerlo cuando su estética se ha refinado casi quirúrgicamente (cuyos puntos más altos, para quien escribe, son : "Crash" y "A History of Violence", pero cada uno tendrá una preferencia personal). Afrontar directamente el nacimiento del psicoanálisis por lo tanto no es un "acto debido", por Dios, sino un acto espontáneo, que surge sin ambages de todo lo que el director ha hecho y ha dicho hasta ahora. Dicho todo esto, "A Dangerous Method" posee tantas almas en su interior, muy bien amalgamadas y casi ocultas por la pátina de "Costume Drama" o incluso de "Biopic". La película es puro cine y puro Cronenberg, aunque sí se trata de la adaptación del texto teatral "The Talking Cure" de Christopher Hampton. El director canadiense lo hace suyo, se apropia de el mismo, lo adapta a sus fantasmas, lo dobla a sus obsesiones, y lo personaliza. La crítica parece no haber apreciado tanto su último trabajo, y no por simple casualidad, siendo esta la película más "incómoda" de Cronenberg, la más arriesgada, difícil, íntima, a riesgo de parecer ridícula: para mí, sin embargo, es una grandisíma obra. Veamos porqué.

Primer punto : "A Dangerous Method" es una película sobre el nacimiento del psicoanálisis. Es verdad, en el sentido que nos lo dice el plot nos lo dice el pressbook, nos lo repiten en todas partes. De esta manera nosotros observamos, nos detenemos y permanecemos en el mismo lugar, olvidando incluso quién es Cronenberg y lo que realmente le interesa. El maestro canadiense nos cuenta, sin duda alguna, las teorías de Freud que influenciaron Jung, y nos cuenta también el tratamiento reservado por parte de este último a Sabina: pero la "cura hablada" sólo dura durante los primeros minutos de la película. De hecho, poco después nos encontramos en un salto de dos años, el período del encuentro con Otto Gross (momento determinante de la película), y esto debería ser una campana de alarma.
Segundo punto : "A Dangerous Method" es una película sobre un enfrentamiento. Es una nueva historia de violencia, sin que exista una sola gota de sangre, a excepción de cuando una rabiosa Sabina roza el rostro de Jung con una cortapapeles. Es una película sobre una época y sobre los intelectuales que la han vivido, una época embalsamada (como la confección ¿perfecta?) pero tal vez no tan diferente de la nuestra, y en donde la palabra "libídine" debería ser reemplazada para evitar confusiones y desconcierto. El enfrentamiento entre Jung y Freud es profesional, pero también humano, torbido, "peligroso" (¿Para quién? / ¿Para ellos? / ¿Para todos?). "Estamos llevando la peste a América" dice Freud a Jung mientras estan llegando en barco a New York y La Estatua de la Libertad se destaca al frente, el contexto es absolutamente fundamental.

Tercer punto : "A Dangerous Method" es un melodrama. Sin comparaciones inútiles, en la película fluyen pasiones y dolores palpables. Se habia dicho que la película era la más cercana a "M. Butterfly", o incluso a "Dead Ringers" : no es cierto, la película es única no obstante el "género", te captura debido a su historia de amor frustrada, en donde la pasión consigue brotar sólo pocas veces. Los azotes y latigazos infligidos por Jung a Sabina se cuentan en la película con los dedos de una mano: porque él está casado y los sentimientos de culpa lo destrozan.
Cuarto punto :  "A Dangerous Method" nos cuenta sobre una mutación. Es un recorrido de liberación y toma de conciencia por parte de un hombre, que acaba de salvar a una mujer y se encuentra en la misma situación. Un camino hacia la libertad (de los impulsos, de las reglas, de lo que es socialmente equivocado): y aquí dentro está todo el genio de David Cronenberg que conocemos, a pesar de que muchos no lo reconocerán. Y sin embargo, ¿Cómo no darse cuenta de las cicatrices que permanecen en el interior de los personajes? "Sólo un médico herido puede curar a un paciente", dirá Jung. Y hay todo un universo en esta frase pronunciada.

El elenco es extraordinariamente funcional al proyecto. Soberbio Michael Fassbender que nos regala un Carl Gustav Jung absolutamente perfecto. En el aspecto, sobre todo en la mímica con esos movimientos bastante cuidados y no dejados al azar. No es inferior Viggo Mortensen, su Sigmund Freud irónico, astuto, competente y si fuera necesario inflexible y autoritario, es monumental, dos actores que revelan una extraordinaria alquimia. Bastante positiva resulta también la prueba de Keira Knightley aunque sí, principalmente en las crisis histéricas iniciales, podría parecer un poco forzada (el papel lo exige) arriesgando de desembocar su personaje en la caricatura. La joven actriz demuestra de haber alcanzado la plena madurez artística y una más que óptima capacidad de adaptación a papeles desafiantes y difíciles... A convencer sobre todo en "A Dangerous Method" es la síntesis de las proezas y fechorías privadas, y la historia novelesca del nacimiento de una disciplina que desconcertará el mundo. La ficcionalización en lugar de desvalorizar y disminuir el psicoanálisis acentúa, en cambio, aspectos secundarios poco explorados. La diferencia inevitable entre Freud y Jung por ejemplo, es tan profunda de paracer insalvable. Jung es rico y vive en una villa junto al lago, Freud vive con su numerosa familia (seis hijos) en un apartamento no ciertamente lujoso en Viena. Jung es cristiano-protestante, Freud judío. En una memorable escena Freud dice a Sabina: "¿Cómo podría funcionar entre una judía y un protestante? Tu debes buscar hombres judíos". No es simplemente un atrincheramiento identitario en el interior del propio mundo, es lucidez, es absoluto conocimiento de las diferencias y de lo complicado que es superarlas.

Para finalizar,  no me queda más que decir que detrás de la bellísima música de Howard Shore, de la perfección  formal de la espléndida fotografía (mérito de Peter Suschitzky) y de la puesta en escena (vestuario, escenografía, location) aparecen tantos fantasmas y tantas obsesiones, que David Cronenberg debidamente nos hace tocar con mano y que hacen de "A Dangerous Method" una película destinada a permanecer en la memoria por mucho, muchísimo tiempo. Absolutamente imprescindible.



En dos palabras : Adaptación del texto teatral "The Talking Cure" de Christopher Hampton e inspirada en el libro "A Most Dangerous Method" de John Kerr, "A Dangerous Method" es un enfrentamineto de teorías psicoanalíticas, de puntos de vista sobre conceptos tales como la ciencia, el inconsciente, los sueños y los impulsos sexuales, un grandísimo film que ofrece al maestro Cronenberg otra ocasión para seguir jugando con las criaturas psíquicas y físicas que habitan en el ser humano, confeccionando una obra elegante, interesante y visualmente perfecta.

octubre 06, 2011

Canción del día...


"Ode To My Family" - The Cranberries - No Need To Argue (1994)


Ode To My Family

Understand the things I say
Don't turn away from me
Cause I spent half my life out there
You wouldn't disagree
D'you see me?, d'you see?
Do you like me?, do you like me standing there?
D'you notice?, d'you know?
Do you see me?, do you see me?
Does anyone care?

Unhappiness, where's when I was young
And we didn't give a damn
'Cause we were raised
To see life as fun and take it if we can
My mother, my mother she hold me
She'd hold me, when I was out there
My father, my father he liked me
Oh he liked me, does anyone care?

Understand what I've become
It wasn't my design
And people everywhere think
Something better than I am
But I miss you, I miss
Cause I liked it, cause I liked it
When I was out there
D'you know this?, d'you know?
You did not find me, you did not find
Does anyone care?

Unhappiness, was when I was young
And we didn't give a damn
Cause we were raised
To see life as fun and take it if we can
My mother, my mother she'd hold me
She'd hold me, when I was out there
My father, my father he liked me
Oh he liked me, does anyone care?

Does anyone care?
Does anyone care?
Does anyone care?
Does anyone care?
Does anyone care?
Does anyone care?
Does anyone care?...

Oda A Mi Familia

Entiende las cosas que digo
No me des la espalda
Porque he pasado la mitad de mi vida allá afuera
Tu no estarías en desacuerdo
¿Me ves? ¿Me ves?
¿Te gusto? ¿Te gusto parada allí?
¿Te das cuenta? ¿Lo sabes?
¿Me ves? ¿Me ves?
¿A alguien le importo?

La infelicidad, ¿Dónde estaba cuando yo era joven?
Y no nos importaba nada
Porque fuimos criados
Para ver la vida como diversión y tomarla si podíamos
Mi madre, mi madre me tenía
Me tenía, cuando yo estaba allá afuera
Mi padre, mi padre me gustaba
Oh él me gustaba, ¿A alguien le importo?

Entiende en lo que me convertí
No fue mi proyecto
Y la gente en todas partes piensa
Algo mejor de lo que soy
Pero te extraño, extraño
Porque me gustaba, porque me gustaba
Cuando estaba allá afuera
¿Lo sabes?, ¿Lo sabes?
Tu no me encontraste, no me encontraste
¿A alguien le importo?

La infelicidad, estaba cuando yo era joven
Y no nos importaba nada
Porque fuimos criados
Para ver la vida como diversión y cogerla si podíamos
Mi madre, mi madre me tenía
Me tenía, cuando yo estaba allá afuera
Mi padre, mi padre me gustaba
Oh él me gustaba, ¿A alguien le importo?

¿A alguien le importo?
¿A alguien le importo?
¿A alguien le importo?
¿A alguien le importo?
¿A alguien le importo?
¿A alguien le importo?
¿A alguien le importo?...

octubre 02, 2011

Película del día...

Drive - Nicolas Winding Refn , 2011

Entre las calles de una L.A. cruda y crepuscolar pasa un conductor a toda velocidad diferente a los otros, de día mecánico y stuntman "part time" en Hollywood, de noche "conductor" al servicio de los criminales; Driver (se le puede llamar convencionalmente así, a este llanero solitario sin nombre), un hombre frío, de pocas, pero intensas palabras, mecánico y preciso en los movimientos. El encuentro con la vecina de apartamento Irene y su hijo Benicio, le dará una nueva alternativa posible a su vida, pero al mismo tiempo por un extraño y cruel giro del destino, marcará una renuncia necesaria para salvar las únicas cosas que verdaderamente ama. "Drive", basada en la novela homónima de James Sallis, representa aquello que cada película debería ser: una lección de puro cine. El director, Nicolas Winding Refn, en el seguir su idea de "rodar lo que le gustaría ver" demuestra de ser impecable, utilizando tomas rebuscadas, ángulaciones inéditas y travellings largos adecuados en cada secuencia. Toda la versatilidad, el eclecticismo, la potencia explosiva que Nicolas Winding Refn había demostrado hasta este momento con su cine "particular", en "Drive" encuentran una verificación y una síntesis que no hacen más que confirmar el enorme talento que posee.

Desde la primera, gradiosa escena de apertura, Winding Refn pone al espectador en tensión, hasta cuando cambia bruscamente registro, sin abandonarlo jamás. Porque la tensión en "Drive" es espectacular y nerviosa, romántica y emocional: muda en naturaleza, pero nunca en intensidad. Como la expresión deliberadamente imperturbable de un protagonista memorable, interpretado por un extraordinario Ryan Gosling, capaz de comunicar una amplia gama de emociones utilizando únicamente la mirada y - algunas veces - los ángulos de la boca. Con apenas algunas líneas de guión durante toda la película, Gosling consigue ser más expresivo de lo que se pueda imaginar: miradas, sonrisas, lágrimas y expresividad gestual dicen todo aquello que hay que saber sobre este personaje silencioso, misterioso y, a su manera, bueno, pero obligado a actuar con violencia por las circunstancias y (sobre todo) por aquel amor, extremo e incontrolado. Carey Mulligan, en el papel de Irene, es la contraparte perfecta a los silencios de Driver: solar, sonriente, discreta pero expresiva, es el motor que mueve las acciones del protagonista, que se arroja voluntariamente en un avispero con el fin de salvar la vida a una mujer que, bien sabe, nunca será suya... Ambos dan una gran prueba de sí mismos, sosteniendo una expresividad convincente y jamás excesiva durante los largos momentos de pausa entre los diversos diálogos.

A hablar son principalmente las miradas y los movimientos, intercalados por la frases secas y mordaces, gracias al guión de Hossein Amini. Otro punto fuerte de la película, junto a la interpretación de todo el cast (en el que destacan también Bryan Cranston y un fantástico Albert Brooks) y a la técnica cinematográfica, es la síntesis de los opuestos entre la violencia "pulp" pero controlada y jamás excesiva de la segunda parte de la película y el sentimiento casi etéreo de un amor ilusorio. Porque la duplicidad, positivamente comprendida, es explícitamente la clave de lectura de "Drive": encarnada en un protagonista de la doble vida y de la doble naturaleza caracterial, y sin embargo, siempre sí mismo en manera innegable y unitaria. Esta duplicidad, se aprecia visualmente en algunas escenas de acción y de ultraviolencia que son indisolublemente entrelazadas con un romanticismo seco y palpitante, como sólo el Michael Mann de "Heat" y de "Collateral" había conseguido realizar. La dicotomía, por lo tanto, es el eje sobre el cual gira toda la película. A lo largo de la historia emerge enteramente, tanto en la complejidad de Driver, como en su psicosis y en la lucha interna dividida entre una aparente calma y un absoluto control (como si se tratase de un hombre-máquina), y las explosiones puras de violencia, ya sea en los sentimientos que discurren entre los dos protagonistas: amor suspendido e irracional y crueldad (legítima), dos sentimientos en las antípodas, pero igualmente intensos y copresentes.

¿Cuando uno se da cuenta de que el cine todavía puede ser un arte?. Por ejemplo, cuando una trama sencilla, banal (según los puntos de vista), se transforma en pantalla en un objeto precioso, misterioso, de amar y ¿por qué no? conservar. Nicolas Winding Refn ha logrado un milagro construyendo una película malditamente bella y fascinante, oscura y difícil de olvidar. En "Drive", Winding Refn se las arregla para convertir en puro arte algunos destellos de violencia inaudita y repentina, para después regalanos una tierna y dulce secuencia a la orilla de un río en donde, siempre en silencio (la película es hablada poquísimo), un hilo invisible amarra Driver a la famiglia que ha conocido por casualidad y que ha decidído proteger y cuidar, todo subrayado por una maravillosa banda sonora, mérito de Cliff Martinez. La música, de hecho, focalizada completamente en la electrónica, es funcional y sincronizada a las escenas, especialmente en las persecuciones en coche: tres modalidades diferentes de concebir la acción, tres sonoridades diferentes; ambas siempre calibradas de manera casi maniacal por el director. El inicio tenso y cresciente de los Chromatics (que recuerda las sonoridades de los Daft Punk) acentúa el juego de control y astucia de Driver, la persecución en línea recta, es dejada completamente al rumor de los coches como máxima expresión de la adrenalina y por último el choque entre Driver y un jefe de la mafia, es resaltado por la surreal "Oh my Love" de Riz Ortolani & Rina Ranieri que en su completa distinción marca aún más el momento dramático de la escena.

Los mismos textos inseridos en algunas escenas no son colocados al azar. Cada uno acompaña al espectador en el ascenso moral y descenso relacional del protagonista: a partir de la inicial "Nightcall" - "you have something inside you, it’s hard to explain" - que presenta la doble vida de Driver hasta llegar a "A Real Hero" - "a real human being and a real hero" - en el encuentro con Irene y en el cierre definitivo de la película. Una frase simple que encierra, sin embargo, la escencia de su naturaleza, un héroe oscuro y solitario.Nicolas Winding Refn es capaz de jugar libremente con las técnicas cinematográficas más simples, a través de perfectos cambios de luces y de velocidad que dan valor adjunto a un óptimo guión; sabe perfectamente cuando es el momento adecuado en abandonar la carga adrenalícica de la acción, ruidosa y terriblemente rabiosa, para refugiarse en las miradas y en los gestos de los protagonistas, silenciosos y amorosos. Resulta, por consiguiente, merecidísimo el "Prix de la mise en scène" conquistado al "Festival de Cannes". El director danés confecciona una verdadera perla del género, es evidente que nos encontramos frente a una película de gran clase, aunque sí algunas personas podrían custionar las situaciones ya vistas y los personajes estereotipados, las mismas objeciones estériles de quién aún no entiende que el estereotipo o cliché en este tipo de pelicula, así como en el horror y en cualquier otra película de género (Wes Craven y la tetralogía "Scream" enseñan), son elementos indispensables en donde se puede personalizar el propio estilo y la propria visión, Nicolas Winding Refn individualiza su trabajo de manera excelente.

"Drive" es un emocionante y verdadero viaje largo 95 minutos, con sus cambios de velocidad y maniobras bruscas, que es la misma autopista a pedir en voz alta. Es romanticismo puro, doloroso, atenuado, ultra-noir. Dejaos despedazar por su nerviosismo, hipnotizar por la mirada generosa y salvaje de Nicolas Winding Refn, es pura experiencia cinematográfica. Sin lugar a dudas uno de los mejores estrenos en lo que va del año.

Valoración : 9.5 / 10


En dos palabras : Óxido. Metal. Escorpión. Velocidad, antes de la repentina aceleración, y antes de la perturbadora frenada. "Drive" podría se considerado el noir por excelencia del nuevo milenio, una película que confirma ampliamente el talento de Nicolas Winding Refn. El director danés, a su primera experiencia hollywoodiana, ha realizado un film de rara belleza, impregnado de amor y violencia, ambos manifestados extremamente entre los límites humanos, un film "de pocas palabras" pero incluso con sus silencios, consigue decir tanto, tantísimo. Una "pequeña" gran joya del cine contemporáneo.

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