Es el 2001. Los Oakland Athletics, equipo medio de baseball, acaba de concluir un exitoso año, perdiendo sin embargo el último partido. No pudiendo pagar los grandes presupuestos, la dirección se ve obligada a vender los tres mejores jugadores del equipo, poniendo al equipo sobre un camino difícil. Sin dinero y sin poder comprar campeones emergentes, le toca al General Manager Billy Bean (Brad Pitt) remangarse las mangas para construir un sólido grupo de jugadores de asignar al entrenador Art Howe (Philip Seymour Hoffman). Cuando Billy se encuentra con Peter Brand (Jonah Hill), un joven estudiante graduado en economía, que ve el campeonato de baseball sólo como un gran número de cifras y estadísticas que merecen ser ser analizadas, se siente fascinado por su teoría según la cual, en vez de nombres rimbombantes, para ganar bastan jugadores que hagan puntos. Billy, de esta manera, arma un equipo de promesas fallidas, de "hermanos de" y de descartes, contra la opinión de todos.
Las películas sobre el deporte siempre corren algún riesgo. Raramente centran el objetivo, y si lo hacen pocas veces son excepcionales, pero al menos ofrecen a sus interpretes la oportunidad de mostrar todo su talento. Sandra Bullock debe su Oscar (impensable hace algunos años) a una modesta película sobre fútbol americano llamada "The Blinde Side", e incluso Brad Pitt está en el el camino correcto gracias a una película, que sin él como protagonista, quizá no tendría el mismo impacto. El actor nos regala una extraordinaria prueba interpretativa dando vida a Billy Beane. Un hombre silencioso, acostumbrado a llenar de decepciones la propia vida: una prometedora carrera de bateador acabada, un matrimonio quebrado y una hija que ve de vez en cuando.
Si Jerry Maguire era un agente deportivo que "odiaba su posición en el mundo", Beane odia a su mundo y desea darle la vuelta de arriba a abajo. Lo hace poco a poco, a partir de una silla estrellada contra la pared en un último estallido de ira. Los tonos de la película son siempre serios, y el drama americano, capaz de atropellar emocionalmente a quién está observando, se esconde detrás de un estilo documental y tiene el coraje de mostrar un gustillo amargo deliciosamente apreciable. Porque Bean su victoria personal nunca la disfrutará completamente. Él es un verdadero romántico, y como dice en la película: "cuando se tiene que ver con el baseball, es imposible no serlo". Y si la interpretación de Brad Pitt por sí sola vale el precio de la entrada, el personaje de Jonah Hill, interpretado con mucha madurez, es simplemente fantástico; el humorismo que refleja en una mirada astuta y en un físico masivo son el contrapunto perfecto para el hipervitaminizado Pitt, juntos se potencian mutuamente, dando vida a duetos verbales que son, sin lugar a dudas, la parte más lograda de toda la película. Lo mismo no se puede decir de Philip Seymour Hoffman, que tal vez merecía más espacio. Decididamente infrautilizado y malgastado, casi invisible (su participación es, probablemente, sólo un agradecimiento al director Bennett Miller, que le ha regalado el Oscar por Truman Capote hace algunos años).
La historia de la hazaña deportiva de un equipo de baseball se convierte en el pretexto para poner en escena la humanidad herida, que persigue la victoria, esperando (im) pacientemente que llegue de una vez por todas y que si es posible también llegue a sus "absurdas" condiciones. Miller relata todo este magma de sentimientos con una sequedad inusual para las películas de temática deportiva, en las que estamos acostumbrados ver al ganador del momento imponerse sobre el clásico rival, en un catártico triunfo final de buenos sentimientos, aquí hace falta la deflagración, el canónico final feliz (que la historia verdadera en realidad no nos ha regalado). "Moneyball", se las arregla para dejar pegados a la pantalla todos los espectadores durante130 minutos, incluso aquellos que no entienden nada de baseball (quien escribe admite su completa ignorancia sobre el tema). Basta citar la escena del último día de mercado, con Pitt y Hill haciendo malabares entre varias llamadas telefónicas con otros equipos adversarios para apoderarse de los últimos jugadores disponibles. Es de reconocer, absolutamente, la grande habilidad de Steven Zaillian y Aaron Sorkin, en la construcción de los diálogos maravillosamente realistas, cinematográficos y sumamente divertidos.
Principalmente Aaron Sorkin que va más allá, porque a parte de escribir nuevamente un brillante guión, y esto es evidente, el guionista estadounidense consigue manifestar entre una estadística, una jugada y una pelea toda la humanidad de su protagonista. Un hombre que realiza una parábola propia, en un desafío "imposible" contra todo y todos, contra un sistema rígido y obtuso que no ve más allá de sus propios criterios. Todo dentro de una visión "romántica" del baseball. Y tal vez incluso de la vida misma, como lo demuestra el final, didascalias incluidas... La película no conoce puntos fijos, a menudo se tiene la sensación de que es suficiente inclinar diferentemente la mirada, o soplar sobre la superficie de la imagen, para cambiar la gradación de color, y ver la certeza calar en la duda, o el énfasis retórico girar hacia el gustode la parodia. Bennett Miller nos regala un refinado ejercicio direccional, que reproduce, con grande sensibilidad psicológica, la vacilación que caracterizan nuestras relaciones con todo aquello que no sabemos decidir si es verdadero, correcto e importante, y, sobre todo, en qué medida debe ser parte de nuestra alma y de nuestra vida.
Valoración : 8/10
En dos palabras : "Moneyball" es una película sólida, que evita el riesgo mayor de las películas de deportes, el de ser sectario, y da la bienvenida a las posibilidades del género, hablar de deporte para hablar principalmente de otra cosa, tratando también de apuntar un poco más alto, a la posibilidad de cambio y a la importancia de la apertura mental en un sector tan cerrado como este. Favorecida por un ritmo rápido, un dúo de actores extremadamente convincente y sobre todo por el excelente guión de Aaroon Sorkin & co., que después de "The Social Network" realiza una vez más un pequeño milagro. Absolutamente recomendable.
Muy de acuerdo con tus apreciaciones. Y creo que yo salí un poco más sorprendido e impresionado del film. No es una película solo sobre baseball, va mas alla y nos presenta una historia sobre la dignidad y la soledad humana. Huye de todos los topicos del genero y nos presenta una excelente construccion que va in crescendo; un solido guion (de los mejores del año) y una brillantes interpretaciones, especialmente de Pitt, de quien suscribo la pelicula no hubiera sido la misma sin una actuacion de su tamaño. La direccion de Miller es sobria y no da lugar a cuestionamientos, inteligente y emocional. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarUn abraccio.
A mi me gusta Moneyball. Por tanto estoy más que satisfecho con tu opinion, la cual apoyo enormemente. Si algo hay que agradecerle a Miller, es precisamente que moviera su película fuera de las canchas y del juego, es decir, desde la parte administrativa, desde la inteligencia.
ResponderEliminarUn saludo y como siempre, muy buena critica. JUST ENJOY THE SHOW.